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Sobre Lorenzo Silva y Vila

Lorenzo Silva (su página web) es uno de los autores españoles contemporáneos que más me gustan. El público le puede conocer por las películas que se han rodado adaptando novelas suyas, en particular «La flaqueza del bolchevique» y «El alquimista impaciente». En esta última obra aparecen sus dos personajes más famosos, la pareja de guardias civiles compuesta por Bevilacqua y Chamorro.
Me parece un narrador muy interesante por su aparente sencillez. En una lectura superficial no aparecen grandes hallazgos retóricos, pero esta sencillez no es fácil de conseguir, y Lorenzo Silva la une a una ironía a veces desatada y una fina penetración psicológica.
Este último aspecto es el que me resulta más interesante. Debo reconocer que no he leído todas sus obras, poco a poco voy cubriendo la lista, pero suelo admirar la psicología de sus personajes, que son en general gente normal, con problemas normales; en muchas ocasiones, auténticos perdedores.
Y Silva los retrata con cariño, con respeto, incluso a los asesinos de sus novelas policiacas (¿»guardiacivilistas?»). Y la cumbre es, por supuesto, el sargento Bevilacqua, alias Vila. Podría ser un perdedor: un psicólogo frustrado que acaba en la Guardia Civil, divorciado, padre de un hijo con el que apenas pasa tiempo y atraído por su subordinada, la guardia Chamorro. Con estos mimbres, el personaje podría ser muy amargo, pero la ironía del autor protege a Vila, auténtico álter ego, en mi opinión, del autor en su cosmovisión, ya que no en su profesión. Se defiende de la derrota con dos recursos: sinceridad al tratar sus problemas personales y laborales; y humor, a veces festivo y en ocasiones sarcástico.
He de reconocer que espero con impaciencia la nueva aventura de Vila y Chamorro, pero mientras tanto me consuela el hecho de tener todavía bastantes libros de Lorenzo Silva que echarme a los ojos.

Poema triste

Este es un poema que escribí hace mucho tiempo. Está lleno de referencias, quizá alguien pueda detectar versos que he plagiado sin rubor.

Un año atrás yo tenía interés,
ganas, ilusión.
Un año atrás.

Pero en estos días inciertos
busco y no encuentro
en mi hígado
fuerzas para continuar
esta vida que no es vida.

Un rinoceronte rojo
embistió mi costado
desprotegido
y la sangre que brotó
regó un jardín nocturno.

Pirotecnias inesperadas
celebran la muerte
tan callando
y mis pies se deforman
pues no los quiero usar.

Esta vida que no es vida
no es un castigo ni un premio;
pura vida
con su savia perdida
en una herida que no es herida.

Sentí la lluvia mojar
mi rostro al hacer el amor
y ahora
una tormenta de petróleo
me ahoga sin pretexto.
(sin piedad)

Una figura oscura baja el monte.
¿Hombre, espectro, puede ser?
encapuchado
me acecha sin descanso
y yo no puedo descansar.

Desalentadas amapolas
se olvidan de darme descanso
en mi cama
y las voces de la noche
no hablan aunque las escucho.

Lobos sin dientes, búhos
que han perdido sus plumas,
seres humanos
que buscan en sus memorias
y encuentran sólo recuerdos.
(de la muerte)

Vacaciones

Cuando decidí no ir al campamento, fallar por segunda vez en nueve años, pensé que mi verano iba a ser bastante aburrido. Me alegra que no haya sido así.
Y lo cierto es que no he parado. Cuando hablé con Juan y me aconsejó que hiciera el Camino del Norte, no sabía que me estaba dando uno de los mejores consejos de mi vida.
Esos siete días fueron una experiencia de espiritualidad, de desierto, de encontrar regalos de Dios e intentar aprovecharlos… En artículos anteriores creo que ha quedado claro.
Pero el Camino no ha sido todo. En todo el mes de julio no estuve un solo fin de semana en casa: el primero en el Camino, el segundo en Galicia, el tercero en Barcelona, el cuarto en el campamento —al final no pude resistir la morriña y fui de visita, y casi me quedo— y el último en la fiesta medieval de Ayllón.
A principios de agosto seis días a Benidorm, luego dos semanas en el pueblo y empalmar con otra excursión a los Pirineos.
No lo olvidaré.

Mis cinco canciones

Hace algunos meses conocí el blog «Las cinco del viernes», que proponía cada semana una pregunta a la que ofrecer cinco respuestas. Es una lástima que lo hayan dejado.
Pues Pedronchi colgó en un foro del Centro Juvenil un mensaje basado en este blog: ¿cuáles son tus cinco canciones?
Yo lo contesté, casi sin dar explicaciones, y nadie siguió el juego, hasta que Poyadeagua lo ha hecho. Eso me ha animado a explicar aquí mis motivos para escoger estas canciones, creo que puede ser interesante.
Mis cinco canciones son:

1.- La senda del tiempo, de Celtas Cortos. Tengo muchos motivos: me gusta desde la flauta del principio hasta el final, pero también me recuerda muchas depresiones de las que esta canción ha sido la banda sonora. Además me recuerda aquellos botellones que hacíamos en el Parque del Oeste, en los que Jaime y yo la cantábamos a voz en grito y él añadía que el amor no existía (se casa el 23 de este mes, por cierto). Por último, tengo que decir que Celtas fue el grupo que me enseñó a escuchar rock.

2.- Amor se llama el juego, de J. Sabina. Muchas veces me cuesta expresar lo que siento (últimamente bastantes personas han tenido pruebas) y me tengo que apoyar en canciones. Esta bella canción me ayuda a explicar —incluso a mí mismo— lo que sentía durante los últimos meses de mi relación con Emma, cuando las cosas de hundían sin remedio. Llegué a creer el estribillo: «Amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño», y me hubiera costado mucho superar la ruptura si no fuera porque eso no es siempre cierto. Amar merece la pena.

3.- Si es tan solo amor, de Revolver. Otra canción que me recuerda a una chica., Sandra. Por aquel entonces yo era un capullo —no es que haya mejorado mucho con los años— y todo lo que podía hacer mal lo hice peor. Al final me quedó de ella este «grupo», del que me grabó todos los discos que tenía.

4.- Maite Zai Tut, de Mägo de Oz. Me gusta la melodía, pero es que la letra dice exactamente lo que es para mí el amor. La puse en una reunión de mi primer grupo para hablar de sexualidad, y también la utilicé con una chica pelirroja para decirle lo que sentía y a veces no sabía decir.

5.- Naturaleza muerta, de Mecano. Es para mí la mejor canción de Mecano, que ya es decir mucho, ahora que está el musical en cartelera, aunque desconozco si esta canción aparece. Mecano fue el primer grupo que seguí con interés, aún recuerdo la ansiedad con que esperé la salida del Aidalai.

Fotos del Camino

Por fin, después de pelearme con mi cámara y con el IrfanView, he conseguido colgar en Flickr.com unas cuantas fotos del camino. La dirección es http://www.flickr.com/photos/40433623@N00/, me gustaría que alguien se animara a comentarlas.

7 de julio, 16:25

Ayer era muy tarde cuando empecé a escribir y preferí irme a cenar.
La subida de ayer fue mortal, y entre Inés y yo fuimos marcando un ritmo que para qué contar. Cuando creíamos que ya habíamos llegado arriba, porque el monte se acababa, la carretera torcía a la izquierda y seguía para arriba.
Creí que me moría, pero seguimos y paramos a beber algo cuando llegamos arriba. Creíamos que nos quedarína al menos un par de horas, eran como las dos, pero a los 10 minutos encontramos el cruce con la N-547 que nos llevaba de vuelta al Camino, ya el Francés. Nos quedaba menos de la mitad de lo que pensábamos, y llegamos a Santa Irene sin mucha novedad. Comimos y nos duchamos, y yo me eché una siesta que duró dos horas y media. Mientras tanto había juerga, pero no me enteré de nada. A las 6 me desperté, noté que me dolían las caderas y seguí hasta las 7.
Subimos a tomar unas cervezas y llegó el trío calavera: los alemanes y el calvo. Se pidieron una botella de Coto y se quedaron allí a cenar. Nosotros tres bajamos y quise escrbir y me puse, pero había que cenar, y nos dieron las 11.
Y hoy me he despertado a las 6. Bueno, más bien me ha despertado Inés, porque el móvil me sonó a las 5:30 pero ni lo oí.
Salí todo lo fuerte que pude, después de 5 minutos muy flojos para que calentara el tobillo, porque quería llegar ocn tiempo a la catedral, y pasé muyu rápido Arca, Lavacolla, San Marcos y el Monte do Gozo. Me hizo gracia llegar a un punto, donde recuperamos la N-634, que conocía de pasar en coche. El día era fácil, la subida al Monte no tiene más que dos rampas fuertes, y son cortas.
Paré y eché una foto en el monumento al peregrino, pero no vi la catedral. Siempre me pasan estas cosas, no sé mirar, supongo.
Un poco antes me había encontrado con el alemán loco. El hijoputa iba en chanclas, con calcetines y a toda hostia… He ido un rato hablando con él, pero en seguida le he dejado irse para adelante. La historia de cómo pasó Picos fue divertidísima, según lo contó ayer, pero tuvo que ser duro.
Llegando a Santiago me ha pegado la hebra un tipo del Francés, pero sus historias eran historias de viejos autosatisfechos y la verdad es que no me interesaban demasiado, así que le he dejado en un semáforo y he llegado hasta la catedral. Los pelos de punta, la verdad.
He entrado en la cripta, he asistido a la misa del peregrino (la gente aplaudió después del botafumeiro, a mí me pareció una falta de respeto, estábamos en misa) he entrado por primera vez en el claustro y me llamó mi tío Chus.
Me recogió en el convento de San Francisco y vinimos a comer a Bertamiráns. Esta tarde iré a Rianxo, pero eso es mi camino, y no el Camino, así que lo dejaremos aquí.

¿La conclusión a que había llegado? Pues que la quiero y la echaré de menos, pero que no quiero hipotecar mi vida por ella. «Si tenemos que volver, ya volveremos»…

Creo que el Camino del Norte es una experencia qeu merece la pena. De verdad. A mí me ha ayudado y me ha dado muchísimo.

6 de julio, 21:55

Un día menos. Hemos salido a las 7 de Sobrado, unas vistas preciosas. El principio de la etapa está bastante bien, pero en cueanto llegas a Boimorto y coges la puta CP-0603, es una carretera nueva, trazada con tiralíneas por medio del monte, en línea recta subiendo y bajando.
A la hora o así me encontré con Inés y Kepa, se habían despistado y les había adelantado por el camino. Hemos ido juntos.
En Boimorto tuvimos problemillas para encontrar pan, y eran casi las 10 de la mañana. Al final encontramos unas «bolas», como roscas muy planas.
Hemos cogido el atajo hacia Santa Irene, y ha sido un ritmillo curioso, por no decir que hemos ido a todo tren. Después de para a comer algo de pan con queso, hemos cogido una «pala», como dicen los pamploneses, y dos horas subiendo por la carretera.

5 de julio, 21:10

No pensaba volver a escribir hoy, pero he rezado vísperas con la comunidad y ha sido una experiencia muy bonita. Nunca lo había hecho, y ha merecido la pena, aunque sé que hacerlo todos los días me acabaría crispado.
Cantaban casi todo, menos la larga lectura del libro de la Sabiduría que ha leído una monja que vive también aquí. No era gregoriano, pero con el órgano daba mucha paz. La verdad es que me he emocionado en algunos momentos.
Es cierto que el canto de los monjes ayuda a rezar.
Luego me he acoplado con la visita guiada para el grupo de jesuitas de Bilbao. El monje era muy simpático y la sesión final de preguntas ha sido muy interesante, sobre todo cuando ha explicado su vocación. Me pareció que lo explicaba muy sencillo: lo conoció y pensó que aquello «era lo suyo». Son trapenses, de la orden del Císter.
He comprado unos regalitos para Álex y David (se los daré el día de la familia) y unas tarjetas de Ibn al-Arabí para Kepa e Inés. Las escribiré y, si los veo en Santiago, se las daré (si me atrevo, que para esas cosas soy muy cortado).

5 de julio, 17:05

No parecía que hubiera visitas, así que me vengo para la habitación. Me recuerda al refugio de Góriz, en Ordesa; en un espacio pequeñito entran 16 literas con medio metro de pasillo.
Lo cierto es que estoy cansado. 24 kilómetros por la mañana. Es cierto que cada día tiro más, pero el tobillo me procupa.
Hemos pasado por bastantes pueblos. Era mucha carretera (LU y AC-937, creo), pero no había nada que ver, al revés que ayer, hasta aquí, claro. Además, como iba un poco pendiente del tobillo, no iba mirando mucho. Uno de los desvíos para no hacer carretera en Misión me lo he comido con patatitas.
Por la mañana ha caído un calabobos pesao, y cuando la chaqueta ha empezado a calar porque caía un poco más fuerte, he pareado a ponerme la capa de agua. Murphy, evidentemente, ha acudido al rescate y a los dos minutos ha parado.
Creo que, en lo que toca al motivo por el que estoy en Sobrado escribiendo en lugar de estar en el Centro montando cosas, voy llegando a una conclusión, pero esperaré a llegar a Santiago para confirmarlo.

5 de julio, 16:30

Rompiendo la costumbre, hoy no escribo hasta después de comer.
La etapa no tenía mucho: un comienzo pestoso y lioso, aunque sin mucha pérdida, y mucha carretera, el antiguo Camino Real. Era bastante corta, salía las ocho menos cinco de Miraz y a la una y media estaba en Sobrado. Lo único casi que reseñar es que el tobillo izquierdo ha estado a punto de decir basta; demasiado tiempo forzando posturas con el bastón, me parece. He estado puteado, pero en cuanto he colgado el bastón lo peor ha pasado.
Ayer llegó otra pareja que todavía no ha llegado a Sobrado. Se les va a hacer largo hasta Santiago, yo me levanto tarde, pero ellos más todavía.
El hospitalero de Miraz es un inglés cincuentón y muy simpático. Trajo a su sobrino, un adolescente pelirrojo con orejas de soplillo, y nos contó en el bar que se había peleado con Conchi, la hospitalera de Baamonde, por haber mandado a 40 a Miraz…
Cenamos todos juntos pasta que habían traído Kepa e Inés. Va a haber que comprarles algo, miraré en la tienda del monasterio.
«Enhiesto surtidor de sombra y sueño», dijo Gerardo Diego al ciprés de Silos. Aquí no parecen cipreses, parecen arbustos a lo bestia. Hay 4 en este claustro, el de los medallones, y 2 en el de peregrinos.
Sobrado es precioso. Se nota que estuvo abandonado, pero es precioso. Lástima que el techo del claustro de los peregrinos no esté acabado.
La iglesia parece salida de una leyenda de Bécquer. No hay nada, excepto arquitectura: casi ni velas, ni un retablo ni nada. Sólo las bóvedas y las capillas, y tres sepulcros, además de las tubas de los frailes en el presbiterio. Todo muy adornado a lo neoclásico y muy, muy bonito. Bueno, mentí, sí hay una maqueta de la caterdal de Santiago en resina, enorme, de quizás cinco metros de lado.
Dan menos cuarto. Las campanadas se meten en los oídos y resuenan. Un ájaro baja a picar al calustro y dos niños de visita se ríen. Miraré a ver si hay visitas guiadas y luego seguiré.

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