He leído a Roger Senserrich la historia de un funcionario que escribió un informe sobre las inversiones en ferrocarril. Parece ser que el informe no ha gustado en el ministerio y le han defenestrado.
El otro día se nos acusaba a los funcionarios de ser «el ancla que se enganchó y paró todo el país» o algo así (lo siento, Isaac, pero me llegó al alma la sugerencia). Yo intenté explicar el motivo de que sea tan difícil despedir a un funcionario y no fui nada convincente. Intentaré ser más claro por aquí, aunque el artículo de Politikon es muy bueno, como suele ocurrir.
Este hombre, Manuel Varela, venía a decir que la inversión en Aves había estado bien porque se habían sentado unas buenas bases para el nuevo sistema ferroviario español. De hecho, ya no se tendría que hacer grandes inversiones, sino obras más pequeñas. Menos electoralistas, claro. Y este era el problema. Ningún cacique provincial estaba dispuesto a que el Adif le impidiera anunciar a toda página en los periódicos locales que había llegado el Ave, y el Ave de verdad, no un sucedáneo.
Lo malo es que el Ave es un obrón. Y para que una línea de Ave sea rentable se tiene que usar mucho. Muchísimo. Y, claro, la línea Coruña-Vigo, por ejemplo, no puede tener la ocupación que está teniendo la Madrid-Barcelona, así que a lo mejor no merece la pena gastar tantísimo dinero, sino invertir con más cabeza, en obras más baratas aunque la línea no sea de alta velocidad pura. En el artículo se habla de sobrecostes de 20 000 millones de euros, no sé si es una cifra aproximada o pura
Un trabajador a sueldo de una empresa privada deberá realizar un informe en el que se pinten lo mejor posible los intereses de esa empresa. Pero Manuel Varela era funcionario. Así que no
Luego, es posible y, en mi opinión, deseable, aumentar los controles sobre los funcionarios. No solo sobre esos auxiliares que trabajan atendiendo mostradores, sino sobre esos profesores que llegan a clase y no hacen nada, o esos médicos que tienen cuatro pacientes mal contados en el centro de salud y no se les puede obligar a atender a más… El sistema es mejorable, pero mejorar algo no significa, como mucha gente piensa, darle la vuelta como un calcetín.
Lo curioso es que se siga envidiando al funcionario mientras que su imagen pública siga siendo solo los de ventanilla que se toman desayunos de dos horas. Porque, como Diego atinadamente señaló el sábado, funcionarios son los jueces que están empurando al PP, funcionarios son los bomberos, funcionarios son los médicos especialistas en transplantes… Pero pensar esto estropea el «relato» que se ha hecho en España sobre la crisis.
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