…digo, de los colegios privados. Perdón, es que estoy viendo Galactica y se me va la pinza. Pero a lo que iba: he leído en Geografía Subjetiva* que un grupo de colegios privados que no disfrutan de conciertos ha emitido una queja respecto de algunos colegios concertados (de entre los cuales Excluyen expresamente de su queja a los centros regidos por instituciones religiosas
, por cierto). Resulta que estos colegios concertados piden a las familias de sus alumnos unas «aportaciones voluntarias». Vamos, lo que en México llaman «mordida».
Alguien se puede preguntar cuál es el problema. Al fin y al cabo, son colegios privados, si quieren pedir pasta están en su derecho, ¿no? Pues no, no lo están. Porque precisamente la idea de los conciertos educativos es la contraria.
En los años 80, el Ministerio de Educación socialista (no recuerdo la fecha exacta) se dio cuenta de que no disponía de los medios requeridos para construir una red de colegios e institutos públicos que permitiera ofrecer la enseñanza pública a toda la población. La solución que se dio a este problema es bastante sencilla: pagar a colegios privados para que «hicieran» de públicos. Cuando un colegio privado firma un concierto con la Administración, sigue disponiendo de sus medios físicos, de sus profesores, etc., con tres elementos clave: del salario de los profesores se hace cargo la Administración y como contrapartida, el colegio funciona exactamente igual que los públicos en cuanto a la admisión de alumnos: baremos públicos controlados por comisiones de escolarización y, lógicamente, los alumnos no pagan matrícula.
De esta manera se pretendía garantizar el acceso a la educación. Lo que está ocurriendo en Madrid es, sencillamente, un fraude. Estos colegios concertados que piden «aportaciones voluntarias» se benefician doblemente: se ahorran el sueldo (escaso, es verdad) de sus profesores y siguen recibiendo dinero de sus alumnos. Todos ganan. Bueno, todos menos la sociedad.
Que el Gobierno autonómico admita esto es terrible. Quienes se supone que deben velar por los derechos de los ciudadanos hacen la vista gorda (desde hace años) sobre estas prácticas. Así, el dinero de nuestros impuestos va a financiar colegios en los que los pobres no pueden entrar. Porque esas «aportaciones» no son 5 eurillos al mes, precisamente, sino que «se parecen a las tarifas de los colegios privados», que todos sabemos que no son baratos precisamente.
Olé Esperanza otra vez. Qué huevos los suyos. Yolé también esos colegios elitistas, me recuerdan ese «Qué vergüenza, en este local se juega». Esto se sabe, todos sabemos que se sabe, pero no hacemos nada hasta que me tocan lo mío.
* Geografía Subjetiva, por cierto, es un blog recomendable, como varios de los incluidos en Neoprogs.
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