Yo vivo en un país de fantasía, en la calle de la piruleta, por lo menos.
Vamos a ver. Si la defensa del ínclito Sostres es que era una conversación privada, la conclusión está clara: da igual lo que pienses, mientras no se entere el público.
Es que es cojonuda, la sociedad de la comunicación. Salvador Sostres cree honradamente (?) que se le está criticando por decir en público esa sarta de guarradas. Espero que no sea así, porque a mí lo que me asquea es que un tío que encima tiene ínfulas de ser superior sea capaz de decir en público esas cosas, porque esto significa que las piensa. Y pensar esto, ¿señor? Sostres, le descalifica como ser humano.
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