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Madrileño medio

Un hombre se va de vacaciones a Benalmádena y le deja las llaves de casa al portero para que le riegue los geranios y le recoja la correspondencia. Cuando regresa del veraneo, se encuentra con que el portero ha vendido su casa a otro señor que a partir de ahora se la va a alquilar. Todo son ventajas. Si se rompe el picaporte de una puerta, te la arregla tu casero, tú sólo pagas el alquiler y te desentiendes. A vivir más libre. El hombre coge entonces y llama a la administradora de la comunidad de vecinos y le pide que por favor renueve el contrato del portero por otros cuatro años más. ¿Y quién es este hombre se preguntarán? Este hombre es un madrileño medio.

Gustirrinín internético-costumbrista

Reconozco que el sábado, tras la manifestación de Democracia Real Ya, sentí un extraño gustirrinín al llegar al Tavern Tran (en Facebook) y ver en la puerta esto:

Una sensación rara: ver el cartel de «Prohibido fumar», reconocer al autor (JRMora) y sentirme un poco friki y, a la vez, muy contento.Curiosa sensación, y los batidos supieron aún mejor que de costumbre

Un pequeño homenaje a un gran poeta

Suelo decir, por ejemplo en la introducción a Poesía primera, que la inspiración me suele venir en los malos momentos. A veces me da la sensación de que cuando estás de bajón tienes que exorcizar la pena escribiendo, mientras que los buenos momentos la opción sensata es vivirlos, sin más.

Pero tenía un verso dándome vueltas por la cabeza y en uno de los blogs de El País que leo alguna vez he visto esta viñeta:

Me ha gustado el verso pero no sabía de dónde podía ser. Una rápida búsqueda y he dado con «Inventario de lugares propicios al amor». Y la inspiración ha llegado. Al final, mi verso no ha sido el primer verso, he dejado el dudoso honor a una frase de Celtas Cortos para que el homenaje no sea tan plagiario. Pero no está mal, creo.

Estaba escribiendo el poema en el portátil de mi hermana… Sí, lo sé, un poeta no debería decir que escribe a ordenador, queda poco romántico, mucho menos que usar una pluma rellena de tinta china auténtica, pero es que soy zurdo y cuando escribo con pluma se corre la tinta, así que seguiré con el ordenata… y el portátil se ha apagado sin avisar, así que lo he tenido que reconstruir. No es igual, pero sí parecido.

En estos días inciertos, proclives al odio,
en los que las ordenanzas prohíben las caricias
y el nihilismo es lo unico que resta a los jóvenes,
en que decir «te quiero» es un riesgo
inaceptable y por eso inaceptado,
he encontrado un motivo para buscar
lugares propicios para el amor.

Te he encontrado entre los árboles frutales,
en las ramas de un álamo al que quise trepar
y me perdido en las galerías que hemos visitado,
las que no vi ni en mis mejores sueños.
Mi camino subterráneo me ha llevado a tu figura
medio rubia, alta, espigada, hermosa cuando te miro
y más cuando esquivas mis ojos.

He mirado contrafuertes de viejas ermitas derruidas
parques públicos y el quicio de tu casa,
lugares convertidos en acogedores
por el calor de tu presencia exponencial.
Y aquí donde estoy las piedras de siete
o quizás solo de seis colores ya no son
tropiezos en mi memoria y mis espinillas;
se hace bueno lo malo vivido cuando veo que no son
sino baldosas del camino que lleva a ti.

Lamento que el poeta desfallezca en la esperanza
y se proponga quizás vivir vaciando su alma
al llenarla de hastío e indiferencia,
me he visto reflejado en sus versos tristes.
Alguna vez —no lo negaré— he estado tentado
de vivir olvidando la esperanza
pero siempre he sentido, y he comprobado,
que la esperanza es la ruta que me lleva a ti.

Copying is not stealing (en inglés te lo digo para que no me entiendas)

Booth y Brennan

Brennan: Quiero creer que el amor es trascendente y eterno.
Booth: Llegarás a creerlo.

En el capítulo de ayer de Bones

Ernesto Sábato a los jóvenes

Te hablo a ti, y a través de ti a los chicos que me escriben o me paran por la calle, también a los que me miran desde otras mesas en algún café, que intentan acercarse a mí y no se atreven. No quiero morirme sin deciros estas palabras.

Tengo fe en vosotros. Os he escrito hechos muy duros, durante largo tiempo no sabía si volver a hablar de lo está pasando en el mundo. El peligro en que nos encontramos todos los hombres, ricos y pobres.

No podemos hundirnos en la depresión, porque es de alguna manera, un lujo que no pueden darse los padres de los chiquitos que se mueren de hambre. Y no es posible que nos encerremos cada vez con más seguridades en nuestros hogares. Tenemos que abrirnos al mundo. No considerar que el desastre está afuera, sino que arde como una fogata en el propio comedor de nuestras casas. Es la vida y nuestra tierra las que están en peligro.

Sí, muchachos, la vida del mundo hay que tomarla como la tarea propia y salir a defenderla. Es nuestra misión. No cabe pensar que los gobiernos se van a ocupar. Los gobiernos han olvidado que su fin es promover el bien común. La solidaridad adquiere entonces un lugar decisivo en este mundo acéfalo que excluye a los diferentes. Cuando nos hagamos responsables del dolor del otro, nuestro compromiso nos dará un sentido que nos colocará por encima de la fatalidad de la historia.

Son muchos los motivos, me dirás, podrías decirme, para descreer de todo. Los jóvenes como tú, herederos de un abismo, deambulan exiliados en una tierra que no os otorga cobijo. En este desguarnecimiento existencial y metafísico, sufren huérfanos de cielo y de techo. Comprendo tu congoja, el desconcierto de pertenecer a un tiempo en que se han derrumbado los muros, pero donde aún no se vislumbran nuevos horizontes. Falsas luminarias pretenden cautivar tu voluntad desde las pantallas. Debes de pensar que no hay un cambio posible cuando el valor de la existencia es menor que el precio de un aviso publicitario. El escepticismo se ha agravado por la creciente resignación con que asumimos la magnitud del desastre. La banalidad con que se degradan los sentimientos más nobles, degenerando al hombre en una patética caricatura, en un ser irreconocible en su humanidad.

Por eso te hablo, con el deseo de generar en ti no sólo la provocación sino también el convencimiento. Muchos cuestionan mi fe en los jóvenes, porque los consideran destructivos o apáticos. Es natural que en medio de la catástrofe haya quienes intenten evadirse entregándose vertiginosamente al consumo de drogas. Un problema que los imbéciles pretenden que sea una cuestión policial, cuando es el resultado de la profunda crisis espiritual de nuestro tiempo.
Yo reafirmo a diario mi confianza en los jóvenes. Son muchos los que en medio de la tempestad continúan luchando, ofreciendo su tiempo y hasta su propia vida por el otro. En las calles, en las cárceles, en los poblados chabolistas, en los hospitales. Mostrándonos que, en estos tiempos de triunfalismos falsos, la verdadera resistencia es la que combate por valores que se consideran perdidos.

Durante mi viaje a Albania, conocí a un muchacho llamado Walter, que había dejado su casa en la provincia de Tucumán, para ir a cuidar enfermos junto a la congregación de Teresa de Calcuta. Con cuánta emoción lo recuerdo. Siempre que veo las terribles noticias que nos llegan desde aquel entrañable país, me pregunto dónde estará, si acaso leerá estas palabras de reconocimiento a su noble heroísmo.

Os propongo entonces, con la gravedad de las palabras finales de la vida, que nos abracemos en un compromiso: salgamos a los espacios abiertos, arriesguémonos por el otro, esperemos, con quien extiende sus brazos, que una nueva ola de la historia nos levante.

Pensad siempre en la nobleza de estos hombres que redimen a la humanidad. A través de su muerte nos entregan el valor supremo de la vida, mostrándonos que el obstáculo no impide la historia, nos recuerdan que el hombre sólo cabe en la utopía. Sólo quienes sean capaces de encarnar la utopía serán aptos para el combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido.

Visto en Patio Salesiano

Los jóvenes como tú, herederos de un abismo, deambulan exiliados en una tierra que no os otorga cobijo. Aunque algunos lo seguimos intentando. A contracorriente, porque solo las cosas difíciles merecen la pena.

Modas en la universidad

Me ha llegado a través de Facebook la oferta de cursos de verano de la Universidad Complutense. No están mal y, por lo que he oído, además de ser interesantes permiten una agitada vida social.

Pero he leído el nombre de uno de los cursos y me he cabreado: Escrito en el tablet: literaturas en la frontera. Porque me da que la gente que organiza estas cosas no tiene mucha idea de qué es una tableta. Primero, porque una vez que ha pasado la fiebre del iPad, nadie habla de tabletas, tablets o similares. Así que seguramente el nombre del curso se deba a una moda, algo que no debería tener cabida en una universidad.

Y segundo, porque un tablet no es para escribir. Un tablet es para ver, quizás para leer. Es decir, para consumir contenidos. No para crearlos. Nadie que tenga dos dedos de frente pretendería escribir nada serio en un tablet. Porque no se puede, es un coñazo. Por lo menos, mientras el reconocimiento de voz siga siendo una mierd[censurado] tan grande. ¿Alguien ha leído alguna vez algo más largo que una entrada de blog «escrito en un tablet»? Yo no.

El título original de esta entrada era «Universidad, cultura, conocimiento», porque (aparte de que la web de los susodichos cursos sea tirando a muy cutre) la sensación que me ha dado es de que hasta en la universidad se está rebajando el nivel. Y no me gusta, no me gusta nada.

(claro, al final la culpa siempre es de los profesores…)

Prueba de concepto

Esta es una prueba para ver cómo se insertan documentos de Issuu.

El relato de Ximena:

Y en Scribd, para descargar:

Andén del tren

Y la presentación de Junior Achievement:

The Cardigans – Erase/Rewind

Tengo decenas de entradas en borrador, desde hace años. Esta es de hace más de un año, todavía estaba viviendo en Robledo con Asher.

Me dejó unos cuantos cedés para culturizarme (era lo que tenía convivir con un anglosajón) y en uno de ellos estaba esta canción. Ya estaba metida en las 1001, pero fue el año pasado cuando me pregunté qué podía significar.

Hey, ¿qué me oíste decir?
Sabes la diferencia que hay.
¿Qué me oíste decir?
Sí, dije antes que estaba bien,
ya no lo creo más.
Dije antes que estaba bien,
he cambiado de idea,
lo devuelvo
Borrar y rebobinar,
porque he cambiado de idea.
He cambiado de idea.

Así que, ¿a dónde me viste ir?
No es el camino apropiado, ya sabes.
¿A dónde me viste ir?
No, no es que no sepa,
es sólo que no quiero que crezca.
es que no sepa,

Lo devuelvo.

Capillas y capillitas

Con retraso, ya pasó la polémica, pero he leído en Alandar un artículo de Carlos F. Barberá, que estuvo trabajando mucho tiempo en pastoral universitaria. Y da su opinión sobre las capillas en la universidad.

En mi penúltima visita a Sevilla oí una palabra que hacía tiempo que no oía: «capillitas», esas personas que están todo el día metidas en su iglesia, en su capilla, con su dios, sin su prójimo. Y mientras haya capillitas, las capillas universitarias seguirán siendo un problema.

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