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Los dos minutos de odio de Millás

…En cuanto a la educación, ponemos las tasas universitarias por las nubes para defender la igualdad de oportunidades y estimulamos su privatización para que continúe siendo pública. No es todo, ya que al objeto de mantener el orden público amnistiamos a los delincuentes grandes, ofrecemos salidas fiscales a los defraudadores ambiciosos y metemos cuatro años en la cárcel al que rompa una farola….

Sigue en El País de antes del ERE

Colores prohibidos

Mañana se celebra el concurso de coros escolares de la Comunidad de Madrid. Para participar hay dos requisitos fundamentales:

  • Deben participar aproximadamente tantos alumnos como profesores del centro escolar, puesto que se pretende dinamizar los colegios.
  • Está prohibido llevar cualquier tipo de prenda de color verde.

Resulta que hoy me he enterado que hay un instituto donde los profesores pretendían acudir a este certamen con una rosa verde (verde desvaído, parece ser) de papiroflexia en la solapa, y a un integrante del coro se le ocurrió acompañarlo con fulares verdes.

Si, el color verde viene por la camiseta famosa, pero ni flores ni fulares tenían ningún tipo de escrito ni mensaje. Pues han recibido fuertes presiones por parte del equipo directivo para que no lleven ni una cosa ni la otra. Frases del estilo de «Si lo hacéis, no vamos a dar la cara por vosotros».

Hoy, en esta comunidad autónoma dirigida por Esperanza Aguirre, hay miedo. Miedo a que ponerte una prenda de ropa tenga consecuencias por parte de la administración.  Miedo a ponerte un pañuelo verde por si tu centro sale perjudicado. Miedo a expresar tu opinión política si no es la misma que la del gobierno. A esto lo llaman de cierta forma, y no lo es.

Hoy, más que nunca, me siento verde.

A la caza

Hoy es 14 de abril. Para quien no lo sepa, es el día en el que, en 1931, se proclamó la II República española. Y la II República fue el penúltimo intento de traer la democracia a España.

En 1936, los intereses del Ejército y de cierta derecha política llevaron al país a una cruenta guerra civil que acabo con aquel brote de democracia.

Hoy, aniversario de aquella fecha de fausto recuerdo, el Rey se ha lesionado mientras cazaba un elefante en Botsuana. El mismo Rey que, posiblemente por su estado físico, ha reducido al mínimo sus actos oficiales pero que tiene tiempo para viajar a Botsuana, país que no tiene salida en la M-30 precisamente y, encima, pegar tiros a elefantes, especie que está en peligro de extinción.

¿Este es el ejemplo que quiere dar nuestro Jefe del Estado de recortes, eficiencia y austeridad? Que se vaya a tomar por culo.

P.D.- Mientras escribía esto, he leído un artículo de Lorenzo Silva sobre esto y el froilanazo que no puedo sino aplaudir con las orejas.

Me aburro!

Tengo unas ganas de que lleguen las vacaciones que no me lamo, de verdad. Qué cansancio mental, bastante más que físico.

Y eso que el curso no está siendo especialmente difícil, pero esta evaluación se me ha hecho larga, larga, laaaarga.

Ah, por cierto, el PP ganó las elecciones en Andalucía y no gobernará y el PSOE ganó las elecciones en Asturias y no gobernará. Joder con el bipartidismo.

Matemáticas y LibreOffice 3.5

Un gran avance la nueva versión de LibreOffice. Aparte de una sensación personal de que va un poco más rápido que la versión 3.4, una gran ventaja es que ¡por fin! se importan las fórmulas de MS Office (al menos la versión 2003). Esto parece una tontería pero, sin ir más lejos, era el principal problema que tenía Azahara para seguir profundizando en el uso de Ubuntu en el netbook.

Para un profesor de matemáticas, no poder pasar fórmulas de Word a LibreOffice Writer era un problema muy gordo, y uno de los obstáculos para el cambio. Ya no es así.

El soporte parece completo, aunque para editarlas hay que conocer el lenguaje de LibreOffice, que es muy parecido a LaTex, no sé si directamente lo es. Y es más complicadillo de usar, pero tiene sus ventajas cuando se aprende. O eso dicen.

Parece que desde que nació LibreOffice, las cosas están yendo a mejor. Y se agradece.

VyS a WordPress

Que Vicisitud y Sordidez se pasen a WordPress me reafirma en las posibilidades técnico-humorísticas del software libre. En serio.

Excedentes y costes

El blog del aburrido sigue casi en stand-by, pero ahí va una cita sacada de un artículo de Amanda Mars en El País:

“Fíjese que, de toda la riqueza que crea una empresa, a los beneficios empresariales, se les llama excedentes empresariales, que significa algo bueno, y al beneficio del trabajador se le considera coste laboral unitario”, apunta. “Nadie quiere subir costes, por sentido común, y todos estaremos de acuerdo en que cuanto más excedentes tenga una empresa, mejor”, añade. “Eso ya lo tenemos incorporado a nuestro lenguaje [y, por tanto, a nuestro subconsciente]”, explica Esteve. Cuando se habla de educación o sanidad gratis, por ejemplo, se puede llegar a olvidar que ya se paga con impuestos.

Decía Marx que «las ideas dominantes en una época son las ideas de la clase dominante». A lo mejor el viejo cabrón tenía algo de razón.

Emprendeduría

Eso dice la RAE cuando se busca esta palabra, pero ese hecho sólo demuestra el rancio conservadurismo de esta institución, que sigue anclada en cosas anticuadas como la etimología o cosas así.

Porque, es curioso. Leo que las empresas van a aprovechar la reforma laboral para echar a viejos y contratar a becarios («seniors» y «juniors» me suenan a deportistas). Utilizarán para ello la nueva figura legal del «contrato de emprendedores bonificado». Y resulta que son empresas establecidas.

Alguien anticuado, vetusto, como la RAE o como yo, entendería que que un contrato de emprendedores sería adecuado para alguien que emprende una labor. No sé, algo como un joven licenciado que se monta su propia empresa o alguien sin estudios pero con una idea, ya sea un bar de tapas o una empresa de móviles. Pero no, casi (¿casi?) todas las empresas pueden acceder a este contrato.

Y la razón es muy sencilla: «empresario» suena a señor con sombrero de copa y habano en la boca. En cambio, «emprendedor» suena moderno, dinámico, rompedor… Así que ya sabe, no diga empresario, diga emprendedor. Y olvide que «emprender» es otra cosa.

La libertad es la esclavitud. El emprendedor es el empresario. La neolengua avanza rampante.

Final de copa

Fue el triunfo de Llull, pero también de un equipo, de un estilo, precioso para el espectáculo, y de un entrenador que ha sabido barrer los complejos, las inseguridades, las barreras psicológicas impuestas por el Barcelona, y sacar brillo de las virtudes de una estupenda escuadra.

Robert Álvarez, en El País

Dos ideas

Salí el martes de Madrid hacia Navalcarnero y me volvió a llamar la atención el comportamiento de los conductores madrileños en las autopistas que utilizo en ese trayecto: la M-30 y la A-5.

La cosa es como sigue. La cifra entre paréntesis es la velocidad máxima en ese punto)

M-30, km 23 (90). Me incorporo a la M-30 desde Sinesio Delgado. Circulo levemente por encima de 90 km/h y la mayoría de vehículos me va adelantando no mucho más rápido de lo que voy yo, quizás a 100-110 km/h.

M-30, km 19,700 (70). Llego a la entrada del túnel y entro a 70 km/h, mientras que el resto de conductores reducen hasta 50-60 km/h. Ya se sabe, «en los túneles hay radares»).

Incorporación desde la M-30 a la A-5 (50). Yo voy a la velocidad indicada y los coches que van detrás de mí se apelotonan y los que van delante se me escapan.

A-5, km 3 (70). Estamos en el túnel de la Avenida de Portugal. Casi todos los conductores van por debajo del límite. Ya se sabe, «en los túneles…».

A-5, km 3,500 (70). Salimos del túnel. Mi velocidad sigue siendo los 70 km/h marcados en el regulador automático y una buena parte de los coches que he ido dejando atrás en el túnel recuperan el espacio perdido, van a 85-90 km/h.

A-5, km 4 (70). Frenazos al llegar a la altura del pórtico en el que está instalado un radar en el carril izquierdo.

A-5, km 4,500 (70). Bruscos acelerones al dejar atrás el radar. Ya no habrá más hasta Navalcarnero. Por supuesto, todos me adelantan.

A-5, km 10 (70). Existe una señal de 80, pero lleva bastante tiempo tapada. Ir a 70 llega a ser peligroso por la diferencia de velocidad con el resto de coches, que van en torno a los 90-100 km/h, aunque se tienen que apartar para dejar paso a algún Audi o Seat León que va aún más rápido.

A-5, km 10,500 (90). Al pasar la M-40, la velocidad permitida aumenta. El resto de coches sigue a la misma velocidad.

A-5, km 11 (120). Los coches que vienen de la M-40 se incorporan en este punto y la velocidad sube al máximo legal. Curiosamente, nadie parece darse cuenta y al subir el regulador a 120, empiezo a adelantar de nuevo coches. Cierto es que en el punto kilométrico 12,800 hay una curva peligrosa con velocidad máxima recomendada de 100, pero la velocidad media no cambia antes, durante ni después de la curva.

A-5, km 14 (120). Vamos saliendo de la conurbación Alcorcón-Móstoles. La autopista ya no está rodeada de polígonos industriales y edificios. Yo sigo a 120 y me vuelven a pasar coches, aunque hay que reconocer que no tantos como antes. Y esta es la situación hasta la salida 29B hacia Navalcarnero.

Se me ocurren dos posibilidades para explicar este comportamiento, a cual peor. La primera es que los conductores ni siquiera miran las señales, por lo que conducen a ojo. Y la segunda, que me temo es más adecuada, es que los conductores sí conocen las señales pero también tienen una idea de dónde están los radares y solo respetan los límites bajo la amenaza de sanción.

¿Qué preferimos? ¿Conductores despistados o conductores mal educados? Porque los límites en la A-5 tienen cierto sentido (los 70 del túnel por seguridad, los 70 en Campamento para producir menos contaminación sonora) y aun así nos los pasamos por el forro.

Y me temo que esa es la cosa: España es un país mal educado, que sigue pensando que los radares son solo para recaudar. Vale, es cierto que algunos tienen carácter recaudatorio, pero nadie piensa en que desde que los radares se empezaron a multiplicar las muertes en carretera han descendido. Y es que en España funcionamos por el miedo a la porra, no porque comprendamos las normas. Así nos ha ido, y así nos va.

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