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¿Qué más da?

No te quiero. Te quiero.
No lo sé. O sí, pero
¿qué más da?
Porque ya no importa lo que he perdido.

Tan solo queda lo que queda
en la memoria de un tiempo pasado
tan inalcanzable como el futuro
que ya no tendré,
que ya no tendremos.

Te quiero. No te quiero.
No lo sé y tú sí. ¿Qué más da?

Tan solo quedan volutas de
tu pelo en mi recuerdo
que se mezclan, se confunden con jirones
del pelo de otras que pasaron
por mi vida, por mi habitación
antes y
(aunque me duela reconocértelo) también
después que tú.

¿Qué más da?
Tú ya no estás y lo demás que he perdido no importa.

Libre al fin

(Aviso: entrada personal y absolutamente de desahogo)

Por fin se acabó. He llegado a sentirme gilipollas por algunas cosas que he hecho por mi ex pero ya no hace falta.

Tengo muchos defectos: tiendo a creer a la gente y soy cabezota, entre otros. Por eso, cuando me dijo que no quería perder el contacto, la creí, y por eso, cuando sentí que podría verla sin que me doliera demasiado, hablé con ella.

Fue antes de Semana Santa y estaba muy liada, así que lo fue posponiendo. Un mes después ella seguía sin estar muy por la labor y pasó casi otro mes.

Como soy un cabezota, me fastidió que pasara. Sobre todo, me fastidiaba que quien me había dejado y quisiera mantener el contacto pasara y fuera yo, el abandonado, el que estuviera haciendo el esfuerzo. Y como soy un cabezota, insistí. Excesivamente.

Un día me llegué a preocupar por ella: entendí mal (horriblemente mal, y luego voy de inteligente por la vida) ciertos detalles y me preocupé por ella. De esa manera descubrí que me había bloqueado.

Ha pasado otro mes desde entonces, Tenía escrita, a mano, una carta muy sentida en la que le pedía que me dijera si quería que la dejara en paz o qué, pero que me dijera algo. No se la he llegado a mandar porque me da vergüenza.

Bueno, supongo que no se la he mandado porque no ha hecho falta. El lunes la invité a un café, aprovechando que la residencia de mi madre está muy cerca de Navalcarnero y ni siquiera se dignó responder. Decidí acercarme, de todas maneras. Vi que su coche tiene un golpe y me volví a preocupar por ella. Si ella lo estuviera leyendo, no lo creería, pero allá ella.  No parecía estar en casa, así que me fui.

Y hoy me ha llegado un WhatsApp suyo diciéndome que no tiene nada que decirme porque no tenemos nada en común. Eso decía yo en diciembre… Y me he sentido aliviado,

La pena es que he perdido amigas, las de Navalcarnero. Siempre fueron más amigas de ella que mías, y yo estoy muy lejos. Las echaré de menos, pero es lo que tienen las rupturas.

Todavía la quiero, supongo, y una parte de mí siempre la querrá, pero no me merezco esto. Y cuando pasan de ti de esta manera y lo que sientes, sobre todo, es alivio y no dolor…

Pagar a los alumnos

Borrador rescatado desde noviembre de 2011. Casi acierto hasta el nombre de la ley educativa, y sí he acertado la polémica mediática. Tampoco es que fuera tan difícil, por desgracia. A la entrada solo le faltaba la imagen…

¿Nos hemos vuelto gilipollas? ¿Hemos perdido el norte de una manera tan lamentable? ¿Tendrá razón Ben Laden al decir que somos una sociedad decadente?

Ahora resulta que en Francia van a empezar a «incentivar económicamente» a los alumnos de algunos colegios parisinos, lo leí en El País. El ministro de Educación gabacho ha dicho que no es idea suya y que veremos, lo cual en la práctica es darle luz verde. Y en la roja Andalucía hay un programa parecido.

Y no es para tomárselo a coña. Hay un problema radical en una sociedad que no es capaz de primar a los que mejor aprovechan sus estudios. Me temo que la culpa no es del chachachá, sino del neoliberalismo. Los ciudadanos se están viendo reducidos a clientes (¿nadie se ha fijado en que Renfe ya no transporta viajeros, sino clientes?) y se nos valora por lo que consumimos, no por lo que somos ni por lo que hacemos.

Y luego pasa esto. Se nos llena la boca con la importancia de la educación, pero nunca en democracia se ha podido llegar a un acuerdo nacional sobre el sistema educativo. Un poco de política-ficción: Zapatero pierde su apoyo popular por su mala gestión de la crisis, el electorado pasa por alto la trama Gürtel y el PP vuelve al Gobierno. ¿Qué pasará en Educación? Probablemente se cambiaría el nombre del ministerio a Ministerio de Formación (todo tiene que cambiar para que todo siga igual) y se promulgaría la LOMSE (Ley Orgánica para la Mejora del Sistema Educativo), que consistiría en pasar los fondos del plan E a la construcción de tarimas para profesores y aros detectores de metal para las entradas de los institutos. Y la polémica mediática sería, otra vez, la clase de Religión. Manda güebos, como dijo el opusino Trillo.

Pero no se cambiaría lo fundamental: la valoración que la sociedad hace de la educación. Y mientras la educación sea no ya secundaria, sino marginal, jodidos estamos.

¿Qué notas son estas?

Claro de luna

La música, ese arte abstracto que sabe traer recuerdos muy concretos: http://www.goear.com/listen/15879f8/sonata-claro-de-luna-beethoven

Hurts – Stay

Tengo debilidad por las canciones con coros épicos. No puedo evitarlo. Y cuando escuché por primera vez esta canción, me encantó. No sé dónde fue, quizás en algún bar de Estrecho, quizás el Tavern antes de que lo cerraran. Ahora, al volver a escucharla, no me ha gustado tanto, pero es bonita.

Me gusta esa frase de «Alright, everything is alright». Tiene la tranquilidad que muchas veces me falta, por mucho Nada te turbe, nada te espante que intente llevar a mi vida. Aunque el resto de la canción, el mismo título, sea una súplica que nunca me ha gustado hacer.

Toda mi vida esperando el momento adecuado
para decirte cómo me siento.
Sabe que intento decirte que te necesito.
Aquí estoy sin ti.
Me siento tan perdido pero ¿qué puedo hacer?
Porque sé que este amor parece real
pero no sé cómo sentirme.

Nos despedimos bajo la lluvia inmensa
Y me rompí mientras caminabas alejándote.
Quédate, quédate.
Porque toda mi vida me me sentido así
pero nunca hallé las palabras para decir
quédate, quédate.

Bien, todo está bien,
desde que viniste.
Y antes de ti
no tenía ningún sitio al que correr.
Nada en que apoyarme.
Me acerqué tanto a la rendición
y me pregunto si lo sabes.
¿Cómo se siente dejarte ir?

Dices adiós en la lluvia inmensa
Y me rompo mientras caminas alejándote.
Quédate, quédate.
Porque toda mi vida me he sentido así
pero nunca supe qué palabras decir.
Quédate, quédate.

Así que cambia de opinión
y di que eres mía.
No te vayas esta noche.
Quédate.

Di adiós en la lluvia inmensa
y me rompo mientras caminas alejándote.Quédate, quédate.
Porque toda mi vida me he sentido así
pero nunca encontré qué palabras decir.
Quédate, quédate.

Quédate conmigo, quédate conmigo.
Quédate conmigo, quédate conmigo.
Quédate, quédate, quédate conmigo.

Banda sonora:

Borrador creado en octubre de 2011 (caramba).

Cercedilla 2013

El lunes pasado me fui de excursión a la sierra con algunos de los segundos de la ESO. Nos fuimos al valle de la Fuenfría, con la idea de recorrer la carretera de la República, disfrutar del paisaje del valle desde los miradores de los poetas, comer en Navarrulaque y volvernos a Parla.

Sin embargo, a Epi se le ocurrió que, puesto que todavía quedaba algo de nieve en los puntos más altos, podíamos intentar llegar hasta el puerto para que los chavales pudieran disfrutarlo, así que cambiamos los planes y echamos a andar, divididos en dos grupos. Yo tuve la «suerte» de no tener que elegir grupo, ya que de los dos segundos que doy, solo uno estaba allí ya que el otro no había llegado al mínimo de participantes y se había caído, así que me fui con mis alumnos.

Como siempre pasa en estas excursiones de senderismo, los chavales TIENEN que quejarse. Si no, no sería una verdadera excursión. Y, aunque nuestro grupo, en lugar de subir directamente por la calzada romana, nos desviamos por el sendero naranja por el que habíamos previsto subir hacia los miradores, fue por un camino más cómodo, las quejas fueron inevitables. Por supuesto, las que más se quejaban eran también las que más fotos se sacaban…

Cuando subimos hasta la carretera de la República, en lugar de torcer hacia la derecha, tomamos la izquierda hasta llegar al mirador de la reina, donde Isabel II («sí, profe, la del Canal») observaba los trabajos de repoblación forestal del valle. ¿Por qué a los reyes les gustará tanto ver montañas?

Llegamos rápidamente hasta el puerto, donde había toros. Bueno, no estaba muy claro que fueran machos, pero por los cuernos tan grandes, evidentemente tenían que ser cuernos. No había prácticamente nada de nieve, Epi nos había engañado o le habían engañado a él.

Teníamos previsto comer en el puerto, pero Epi pensó que podía ser una buena idea subir hasta el Montón de Trigo, así que Álvaro y yo nos fuimos con él y dos tercios de los chavales, mientras que Montse y Sandoya se quedaban en el puerto con el resto.

6 niñas decidieron quedarse en cuanto empezamos a subir, mejor así porque la subida, sin ser terrible, es larga y sostenida y se hace dura, sobre todo teniendo en cuenta que casi ningún chaval llevaba material adecuado. Afortunadamente, hacía buen tiempo, no había ningún problema e incluso cuando llegamos a los puntos más duros de la subida, una caritativa nube nos evitó la solana.

La subida es bastante recta,  fuera de invierno no hay mucho problema de perderse porque el Montón de Trigo es en sí mismo un hito que no se pierde nunca de vista. Solamente me di cuenta ya cuando bajamos de que no es necesario subir al Cerro Minguete, sino que se puede rodear por el norte, la derecha según se sube hacia el Montón de Trigo. Sin embargo, ya puestos a que los niños hagan montaña, dos cimas mejor que una, ¿no?

La subida se puede hacer dura con calor, pero tuvimos bastante suerte con eso. El tramo final, a diferencia del resto de la caminata, es bastante técnico, lo malo de ir cerrando grupo es que no puedes evitar que los chavales se equivoquen tomando «atajos» que, en este caso, llevó a varias niñas con vértigo a tener que hacer un par de pasos complicados.

Esta vez me llamó la atención que algunos de los chavales garrulillos que inevitablemente hay en estas excursiones, en lugar de dedicarse a triscar como los wanabes de Sergio y compañía, estuvieron bastante pendientes de ayudar a las niñas. Sería por hormonismo, pero las niñas lo agradecieron igual.

Para mí fue una auténtica satisfacción ver cómo algunas de las personas (no solo niñas) que más habían sufrido en la subida eran capaces de levantar la cabeza entre mordisco y mordisco al bocadillo en la cumbre para disfrutar del paisaje. Algunos de ellos, creo, entendieron que parte de lo que pretendíamos con la excursión es que se den cuenta de que valen más de lo que creen y que pueden hacer más de lo que piensan. Alguna de ellas, a media bajada del pico, se dio la vuelta y sacó una foto para enseñársela a su madre por si no la creía.

La vuelta fue mucho más tranquila que la vuelta, e incluso cogimos un accidente menos que los dos de la ida, aunque el atasco fue más largo todavía. Llegamos más de una hora tarde, pero muy contentos.

Lástima que haya gente que se dice educadora que no entienda las bondades de este tipo de excursión. No hemos ido a un museo, no hemos ido a un teatro, pero creo que los chavales han aprendido bastante.

Proyecto borradores

Dentro de mi cambiante trato al blog, últimamente estoy volviendo a darle tralla. No solo con traducciones y poemas, sino incluso relatando apasionantes experiencias cotidianas y esas gilipuerteces. Como sé que la inspiración es una puta que se va sin avisar, lo que voy a intentar, ya veremos si lo consigo, es ir sacando adelante alguno de los borradores que llevan meses e incluso años durmiendo el sueño de los justos en las tripas de este WordPress. Que releyendo alguno, ya no sé ni a qué aspiraba cuando empecé a escribirlo y así, por lo menos, puedo ir haciendo limpieza.

No tengo el día

Entro el en penúltimo vagón en Sol y me sorprende que un chaval (bueno parece casi de mi edad, de chaval ya poco) aparta de un empujón a una señora para cazar un asiento libre. Se sienta y abre un libro que lee con gran concentración.

La señora y su acompañante hacen lo que se suele hacer en estos casos, que es rezongar y refunfuñar. La sorpresa me ha dejado paralizado hasta que llegamos a Gran Vía, donde se baja la chica que iba sentada en el asiento de al lado. Eso, unido al hecho de que nadie en el vagón se atreve a sentarse ahí, me deja ángulo para comprobar que el tío ha tenido la puntería de sentarse en uno de los asientos reservados. Y me toca los cojones, así que decido decírselo: «Mira, perdona, pero estás sentado en un asiento reservado, así que levántate y deja a los señores que se sienten». Primero intenta no hacerme caso, pero parece que las miradas que le están echando deben de quemarle, así que se gira y, pobrecito, resulta que no va a levantarse porque «no tiene el día» para hacerlo.

Se me ocurren dos opciones, simplemente insistirle o insinuarle que a lo peor yo tampoco tengo el día para no partirle la cara. Tampoco estoy tan macarra, así que simplemente me siento en el asiento que estaba vacío y le miro. Mientras, tanto hemos llegado a Tribunal.

Y al llegar a Bilbao, la siguiente estación, el interfecto se baja. No alcancé a ver si era realmente su estación o si no supo aguantar la presión de una docena de personas mirándole con desaprobación (el único que pasó de las miradas a las palabras fui yo). Si no era su estación, qué huevos más gordos tuvo el tío, pero si realmente lo era, como me temo, ¿qué le pasa a la gente? ¿Para tres estaciones de mierda merece la pena, por muy mal día que tengas, pasar por encima (literalmente) de una señora y soportar que te eche la bronca un desconocido?

Nadie más del vagón se animó a decirle algo. Y, ahora caigo, los señores mayores tampoco me agradecieron la intervención. Qué mal final de tarde.

Ida y venida

Sobre Madrid, 12/5/13

Tranquila exaltación que te llena
de todo lo que he querido darte.
Péndulo irregular en tu espacio
que sigue un vibrante ritmo anónimo.
Duda segura que me alcanza
cada vez que te alcanzo y que me alcanzas.
Ser en ti, tú que me acoges,
yo que te invado, tú que me enervas.
La pulsación aumenta, inunda nuestros oídos
de un rumor rosado, de primitivo susurro.
El aire se esconde para burlarse
de nuestros pechos a la vez huecos y exaltados.
Sin darnos cuenta, la sábana huye
combinando vergüenza y pavor atávico
porque sabe que ya está aquí, que viene,
que llega para fundirnos la explosión muda
que anhelamos jadeantes,
que tememos pues nos separa.
Y ya pasó el momento divino
en que dejamos de ser dos para ser yo.

Gotye – Somebody That I Used To Know

Lo admito: hay veces que escucho canciones de radiofórmula comercial y me gustan. No me considero precisamente un sibarita de la música, aunque tengo mis preferencias claras.

Y estos últimos tiempos he escuchado —no más de tres o cuatro veces— una canción que me llamaba la atención por la tristeza que se desprendía de melodía. Finalmente pude oírla desde la tele de un bar y descubrí el grupo (¿Gotye? ¿Quiénes son esos?) y el título.

Y me gustó comprobar que la tristeza de la música iba en consonancia con la letra de la canción. Muchas veces, una canción no es más que el desarrollo de una idea, y la idea de esta canción es simple y a la vez muy triste: cómo es posible que alguien que ha sido importante en tu vida se convierta simplemente en «alguien que conocí».

¿Es eterno el amor? Alguna vez se lo planteo a mis alumnos y no me dan casi nunca la misma respuesta. A pesar de lo que algunos (enlace al DK) digan, no creo que el amor romántico sea una construcción moderna. Y me veo reflejado en los dos lados de la canción.

 

Ahora y entonces pienso en cuando estábamos juntos
como cuando dijiste que eras tan feliz que podrías morir.
Me dije que eras el adecuado para mí.
Pero me sentía tan solo en tu compañía.
Pero era amor y es un dolor que aún recuerdo.
Puedes hacerte adicto a cierta clase de tristeza
como resignación al final, siempre el final.
Así que cuando descubrimos que no teníamos sentido,
bien, tú dijiste que podríamos seguir siendo amigos
Pero admitiré que me alivió que se acabara.
Pero no tienes que eliminarme,
hacer como si nunca pasó y que nunca fuimos nada.
Ni siquiera necesito tu amor pero me tratas como a un extraño
y eso es tan duro para mí…

No no tenías que caer tan bajo,
mandar a tus amigos a por tus discos
y después cambiar tu número.
Supongo que tampoco necesito eso,
ahora eres sólo alguien que conocí,
ahora eres sólo alguien que conocí,
ahora eres sólo alguien que conocí.

Ahora y entonces pienso en todas las veces que me fastidiaste
pero me hiciste creer que siempre era algo que había hecho yo.
Pero no quiero vivir de esa manera,
leyendo en cada palabra que dices.
Dijiste que podrías dejarlo marchar
y no te pillaría colgada de alguien que conociste.

Pero no tenías que eliminarme,
hacer como si nunca pasó y que nunca fuimos nada.
Ni siquiera necesito tu amor pero me tratas como a un extraño
y eso es tan duro para mí…

No no tenías que caer tan bajo,
mandar a tus amigos a por tus discos
y después cambiar tu número.
Supongo que tampoco necesito eso,
ahora eres sólo alguien que conocí,
ahora eres sólo alguien que conocí,
ahora eres sólo alguien que conocí.

Banda sonora: evidentemente

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