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La última cima

Había oído hablar de esta película, Ángel me lo había comentado también e incluso ha acabado apareciendo nada menos que en El País. Así que finalmente me decidí a verla. E hice bien.

El comienzo es impactante: una mano dibujando unos trazos de carboncillo sobre papel blanco. Poco a poco se va viendo la figura que está componiendo: una crucifixión. Y cuando parece que vamos a ver a Jesús en la cruz, la sorepresa: un cura con su alzacuellos pero sin rostro. Es completamente apologético*, con eso de «si crucifico a un sacerdote, me admiran. Si lo pongo bien, me crucifican a mí». Pero hay algo de verdad en eso.

No está de moda la religión, y mucho menos la misma idea de los curas. Evidentemente, hay un montón de casos absolutamente rechazables; no pienso sólo en los escándalos de pederastia** sino, por ejemplo, en la lamentable gestión de Ibercaja por parte de la Iglesia en Córdoba. Sin embargo, me parece que el nivel de exigencia que hay para con los curas es inmenso, mucho mayor que en relación con cualquier otra profesión.  (Y es  cierto que alguien que dice haber dedicado su vida a los demás debe ser exigente consigo mismo y exigido por los demás, pero …)

Sin embargo, la película no va por un camino especialmente polémico. El protagonista, Pablo Domínguez (necrológica de El País), era un cura diocesano de esos que van (casi) siempre con el clergyman en la garganta y tenía cargos de responsabilidad dentro de la Iglesia de Madrid: decano de la Facultad de Teología «San Dámaso», colaborador de Rouco Varela, apariciones en la COPE (y quien piense que salir en un medio de comunicación no es una responsabilidad, que lo piense otra vez). Pero lo que llamó la atención de Juan Manuel Cotelo, director de la …iba a decir «cinta», pero sólo se distribuye en Blu-Ray, moderneces de la vida… Lo que llamó su atención al conocerlo grabando una conferencia suya fue su personalidad, su forma de ser. Era, como dice Cotelo, «un buen cura».Un buen cura al que le gustaba la montaña (algo que a mí no puede más que hacerme simpatizar con él) y que vivió su vida de forma plena.

Cotelo conoció a Domínguez por insistencia de un amigo, que casi le ordenó que fuera a ver una conferencia que daba. Y le cautivó. Pero doce días después, el cura aprovechó unos ejercicios espirituales que dirigía en Teruel para subir con una amiga al Moncayo, y allí encontraron la muerte al caer por un abismo de 1900 metros. Este hecho sirvió quizás como acicate para que Cotelo empezara a investigar la vida del cura.

Antes decía que Pablo Domínguez parecía «un buen cura». A mí, por ejemplo, me llamó la atención la sonrisa que tenía en todas las fotos. Quizás, como me ha dicho mi cuñada, era de esas personas que tenían una sonrisa de foto pero, sea como sea, me parecía una sonrisa abierta, franca, la misma sonrisa en una foto con Rouco o con Benedicto XVI que con sus sobrinos.

Y parece que realmente era así. En la cinta se suceden amigos, obispos, familiares, curas… Y todos coinciden en sus apreciaciones: Pablo sabía vivir su vocación de servicio en todo momento, anteponiendo siempre a los demás frente a sí mismo. Y todos recuerdan lo mismo: su alegría y buen humor, su amor por la montaña, su comprensión… Sus sobrinos dicen que todos se peleaban por confesarse con él y cualquiera que haya estudiado en colegio de curas sabrá que eso no es precisamente lo normal.

Hay testimonios impactantes. Uno que cautivó mi atención es el momento en que una amiga de Pablo recuerda, con su hijo pequeño en segundo plano, cuando su ginecólogo le dijo que el hijo que esperaba tenía deformidades y se ponía a organizarle el aborto, sin pensar en la madre destrozada que tenía delante. Pablo se enteró, fue a verla y la convenció para que tuviera el hijo. El niño nació, fue bautizado y murió a los tres días. No hubo milagro, el niño que aparece detrás es hermano de ese. El aborto es un tema duro, controvertido, pero me parece que La última cima no lo presenta como un testimonio pro-vida, sino como un ejemplo de la forma que debía de tener Pablo de ver la vida con optimismo. Si crees que Dios te ama, todo es más fácil. Aunque a veces parezca que Dios te ha abandonado, y no hay momento peor que enterarte de que tu hijo está condenado.

Así, me parece que el tono controvertido del inicio no se mantiene, es más una forma de llamar la atención para poder exponer mejor lo que pretende la obra. Quizás, aparte del combativo comienzo, el único pero que puedo ponerle a la película como cristiano más o menos comprometido y crítico es sencillo. Intercalados con los testimonios de las personas que conocieron a Pablo van apareciendo entrevistas callejeras con gente que refleja las críticas que suelen hacerse a la Iglesia. Una de ellas es una mujer de mediana edad que comete un error, se inventa una palabra. En mi humilde opinión, creo que eso no debería haberse incluido en la película. Y me explico.

Los destinatarios de La última cima son dos, me parece a mí: católicos deseosos de recibir una dosis de autoestima y personas interesadas por la religión de mente abierta. Y me parece que a estos últimos les da igual ese fallo, pero por el rumor que se extendió por la sala cuando sucedió ese lapsus, y lo que dijo la persona que se sentaba a mi derecha me hizo ver que muchos integrantes del primer grupo se van a quedar en el «Qué dice, si ni siquiera sabe hablar», cuando lo que dice es algo muy presente en la sociedad actual y merece la pena que lo escuchemos.

¿Posibles críticas a Pablo? A pesar de ser cura, manejaba dinero: era capaz de volar de Madrid a ¿Cádiz? (no recuerdo exactamente, estoy escribiendo de memoria) para acompañar a un amigo en un mal momento y volver en el día. Pero hombre, si gastaba en eso el dinero, tampoco está mal, digo yo. También se le puede achacar estar integrado en una diócesis ultraconservadora como es Madrid, pero en el documental aparecen varios ejemplos de su tolerancia. ¡Si hasta tenía amigos gays! Bueno, ironías aparte, todos coinciden en que era una persona acogedora, como debe ser la Iglesia.

Durante toda la proyección, la palabra «santo» ronda mi cabeza, no tanto por lo que hizo Pablo como por la huella que ha dejado en quienes le conocieron. Y suponía que acabaría saliendo, y así es. Pero esto no es una hagiografía de un santo, sino de una persona, de un cura bueno.

El caso es que me da la sensación de estar siendo muy crítico, pero la verdad es que la película me pareció muy interesante, pues Pablo es una figura muy interesante. A mí, que un cura haga chistes, vaya a la montaña y deje buen recuerdo me parece casi lo normal, así son (casi) todos los sacerdotes salesianos jóvenes que he tratado. Pero hay que decirlo más: un cura es una persona normal y así debe vivir, aunque sus opciones de vida sean minoritarias y a veces incomprendidas.  Ojalá este documental sirva para que algunos sacerdotes recuerden qué significa su ministerio, para que algunos católicos recuerden cómo hay que vivir la vida y que algunos no creyentes, por lo menos, sientan curiosidad por el mensaje que hizo que Pablo viviera así su vida: el Evangelio.

Un detalle postrero: si La última cima ha sido la película más rentable cuando se estrenó, midiendo la ratio espectadores/copia. Eso significa que en España hay más personas interesadas por la religión católica de lo que podemos pensar.

Referido a la defensa de la religión frente a ataques externos.

Por dar otro punto de vista: otra forma de ver esto es que los pederastas tienden a trabajar con niños. En un país como España, por tradición, muchos niños han estudiado y estudian en colegios católicos. Eso significa que un cura pederasta lo tiene fácil. Pero esto también significa que la mayoría de pederastas que no son curas trabajan en guarderías, coles, etc. Y nunca he oído decir «Todos los cuidadores son unos pederastas». Y sí he oído decir «Todos los curas son unos pederastas». ¿Mala fama inmerecida? Sin duda.

Primeros versos (VI)

¡Ah de la vida! ¿Nadie me responde?

Es uno de los poemas que mejor reflejan el tópico clásico del tempus fugit o, como diríamos ahora, «cómo pasa el tiempo».

Siendo como es un poema de Quevedo, y siendo Quevedo como es un autor conceptista, parece inevitable que condensara su idea en un soneto.

Y siendo el soneto (en su versión clásica italo-española) una estructura que busca condensar el asunto en los tercetos finales, es evidente que tenemos que fijarnos en ellos.

Y me parece que estos tercetos son absolutamente brutales. Cada vez que los leo, me piden a gritos oírlos no con mi triste voz, sino con la voz de algún actor de presencia poderosa: un José Sacristán, por ejemplo. Es imposible superar la expresividad del primer soneto, en el que se junta la evidencia de la inevitabilidad del paso del tiempo con la conciencia del propio deterioro.

El soneto tiene un movimiento de afuera hacia dentro. El Primer Verso es una llamada desesperanzada al mundo, a la vida. Y nadie responde al poeta. ¿Han muerto, le han abandonado? No hay respuesta. Y como no hay nadie y lo único que queda es él mismo, y así empieza un monólogo sobre la propia decadencia y decrepitud, que culmina en esos increíbles tercetos.

En este ejemplo de desaliento de Quevedo, su vida se ha convertido en «presentes sucesiones de difuntos». Vivir es ver morir.

Evidentemente, no estoy de acuerdo con este concepto, pero me parece que no se puede expresar de una manera más sintética, más melancólica y más deprimente (en el ¿buen? sentido de la palabra).

El texto lo he sacado de poesiaspoemas.

Ah, por fin vacaciones

Ah, por fin vacaciones

ADV, TQD

Son dos webs de ¿humor costumbrista?: Asco de vida y Tenía que decirlo.  Y leyéndolas te queda, o por lo menos a mí me queda, una sensación contradictoria. Por un lado te ríes mucho, pero por otro lado flipas de cómo ve la vida la gente. En general, quienes escriben parecen ser buenas personas a las que la vida no les trata muy bien. Pero hay cada egoísta cabrón que ni siquiera se da cuenta de que lo es. Quiero decir, una web para quejarse de la vida no quizás el sitio más adecuado para quejarse de que tu novia te haya pillado con su amiga. Coño, si lo haces luego no te quejes, ¿no?

Además, es curioso leer que todas las mujeres heterosexuales que escriben sobre relaciones buscan hombres sensibles, que las escuchen y luego las follen bien folladas. Y yo me pregunto: ¿dónde se pide turno para intentar convencerlas…?

Cocinar un Cristo

Hace unos lustros, el cantautor Javier Krahe grabó un vídeo titulado Cómo cocinar un Cristo, y ha sido denunciado por el Centro Jurídico Tomás Moro. ¿Por haberlo grabado? No. En una entrevista que hicieron este año en televisión a Krahe, pusieron el vídeo de fondo.

Me parece muy triste que denuncien a Javier Krahe por algo que no ha hecho él. Pero más triste todavía me parece que en España se pueda llevar a alguien a los tribunales por cocinar un Cristo (o por dibujar a unos señores follando en la portada de una revista).

Así que, dentro de la línea católico-practicante-informático-rojeras de este nuestro blog, incluyo el vídeo.

Váyanse a la mierda

Hoy me entero en el instituto de que, aprovechando el fiasco de la huelga de funcionarios del martes pasado, la Comunidad de Madrid ha dejado sin efecto el artículo no-sé-cuántos del Acuerdo, de no-sé-cuándo, en el que se acordaba que los profesores interinos que hubieran trabajado al menos cinco meses y medio en un curso cobrarían durante el verano.

Es decir, que es bastante probable que los interinos que no tienen la suerte de tener una vacante (que es como estoy yo) hayan perdido dos meses de sueldo porque, aunque son como trabajadores discontinuos, no son trabajadores sino funcionarios. Aunque no tengan puesto fijo, ni esas cosas de las que siempre se acusa a los funcionarios.

Además de un 7% de bajada de sueldo, dos meses menos. Eso sí, dinero de la RFEF (subvencionada abundantemente con dinero público, no lo olvidemos) hay de sobra para prometer a cada futbolista de la selección de fútbol 550 000 € si ganan el Mundial. Eso significa más de 25 años de mi trabajo, y soy del grupo A de funcionarios, los que más cobramos.

Así que he decidido que se pueden ir a la mierda. No voy a ver ni un solo partido de la selección en el Mundial. Porque nos mean y dicen que llueve. Porque nos dan por el culo y parece que aún tenemos que dar las gracias. Porque, para privilegiados, los funcionarios, no lo olvidemos, no esas cajas que se fusionan y a los políticos no les importa si va a haber EREs, sino dónde va a estar la nueva sede.

Y que la huelga estaba mal planteada, mal organizada y mal llevada a cabo, de acuerdo. Pero eso no es excusa para que cobren los más débiles. Que esos interinos a los que se les ha quitado el salario del verano pueden haber estado siete meses trabajando cada quince días en una punta de Madrid diferente, sin ningún tipo de estabilidad. Y son, somos, quienes educamos a vuestros hijos. Y es un trabajo cualificado, no somos reponedores, coño.

Actualizado 15/6: No me resisto a insertar el ¿chiste? que comenta Isa.

Expresar lo inexpresable

El español tiene una palabra bastante extraña: «inefable». Es un adjetivo que se refiere a aquello para lo que no tenemos palabras.

Sin embargo, se ha especializado en significados religiosos (Dios es lo inefable, todo lo que podamos decir de Él se queda muy corto) y no es ese significado el que me interesa ahora.

Nunca me he caracterizado por saber expresar mis sentimientos, aunque creo haber mejorado con los años. Lo suyo me ha costado. En lo que no he cambiado es que la música siempre me ha servido para expresar aquello que no sabía expresar.

Todo esto viene a cuento porque estos días, buscando excusas para no ponerme a estudiar, estoy recogiendo cosas en casa, y he encontrado un disco que grabé como regalo. Tenía muchas cosas que decir a alguien, y no sabía cómo; no sabía cómo expresar lo inexpresable.

Así que me fui a lo seguro, a la música. Y escogí 15 canciones con las que quería resumir mi vida amorosa. Son estas:

  1. Aunque tú no lo sepas, de Enrique Urquijo y Los Problemas
  2. Quiero un camino, de Melon Diesel.
  3. Rojitas, de Extrechinato y Tú.
  4. Que yo no lo sabía, de Elefantes con Antonio Vega.
  5. Maite Zaitut, de Mägo de Oz.
  6. Tu noche y la mía, de Revolver.
  7. A la orilla de la chimenea, de Joaquín Sabina.
  8. Incondicional, de Rodrigo Llamazares.
  9. Es más que amor, de Andrew Lloyd Weber y Tim Rice, traducida quizá por Teddy Bautista.
  10. Si amaneciera, de Saratoga.
  11. Agua, de Jarabe de Palo.
  12. Siempre tarde, de Celtas Cortos.
  13. Standby, de Extremoduro.
  14. El universo sobre mí, de Amaral.
  15. Idiota, de Nena Daconte.

Idiota

También el camino de Santiago ha perdido el carácter sagrado. El peregrino piensa más en la vieira carnosa, perfumada de algas, que se zampará al llegar a buen término que en la cáscara mineral que lleva prendida simbólicamente en la esclavina.

Manuel Vicent, en El País

Es que cada día me parece más idiota este tío. No sabe ni squiera qué coños significa la «cáscara mineral». Y no le importa, porque tiene una idea, y todo lo que escribe es una excusa para exponer su (por otro lado, estúpida) idea.

Cierto que el Camino de Santiago no es lo que era, pero pensar que, en la sociedad actual, la gente hace centenares de kilómetros a pie para hacer turismo gastronómico es una gilipollez. Y el resto de artículo va por la misma profundísima línea.

Ayer me decía Isa que hacía mucho que no escribía, y a lo mejor por eso lo hago, o porque realmente me cabrea. Y eso que la anterior vez que hablé de Vicent, me gustó, pero normalmente no lo soporto.

Qué cabreo por leer el periódico a estas horas, me cagüentó.

Ah, pues sí funciona. Seguire…

Ah, pues sí funciona. Seguiremos probando

Prueba de los SMS

No sé si funcionará…

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