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Yo soy el hombre que bajó del tren

Volví de Sevilla contento, muy contento por el recibimiento, por la acogida y por cómo nos han tratado a Miguel y a mí. Y al subir al Ave en Santa Justa  me dieron Paisajes desde el tren y leí una pequeña entrevista Federico Luppi y hubo una frase que me gustó. Y según la estaba escribiendo por aquí, me llegó la inspiración, al oír el inicio de la canción de Los Suaves.

Pero claro, son Los Suaves. Y me salió una poesía triste, melancólica y menos surrealista de lo que parece. Me daba cosa subirla aquí, quizás se podría malinterpretar; así que, aunque escrito el 7 de febrero, lo publico ahora.

Yo soy el hombre que bajó del tren aquel domingo de febrero.
Soy quien pasa las páginas de un libro sabiendo cómo acaba
y quien bebe del licor süave de hierbas «on the rocks».
Soy aquel que todos miran por la comisura de los ojos, sin ver
nada más que un bigote naranja como la etiqueta de esos botellines
que luzco con orgullo en el pecho mientras me quedó desacompasado.
Hay quien dice que soy quien vive masticando cubitos
que se disuelven en la boca como ilusiones en tu corazón
o como una ley justa en en este mundo sin justicia.
Soy el que viaja hasta la saña mala en un coche de prestado
y se ensaña en sus carencias y medita con pesar.
Soy uno que mira una foto y recuerda una mujer
que quizás no existió ni siquiera en mi corazón;
e ignorando lo que sabe, sigue mirando un marco vacío.
Soy el que escribe estos versos sin gracia ni duende
y el que echa de menos algo que solo ha rozado,
solo sin tilde porque estoy sin más compañía
que un teclado, que esta pluma.
¿Quién dices tú que soy?

Di solo que soy.

No fue mi maestra, pero sí mi profesora

Ahora que la polvareda de la polémica por su artículo sobre la ley antitabaco se ha aclarado, me atrevo a hablar de  un artículo de Francisco Rico. Este no es polémico, sólo habla de la flamante académica de la Española, Inés Fernández-Ordóñez y de su relación con la escuela filológica española creada por Ramón Menéndez Pidal.

Me dio clase en la UAM. Sólo un curso, pero me pareció una profesora sabia, que no es una redundancia. Y me siento orgulloso de haber recibido clases de una académica. Que tenga suerte en ese mundo de hombres viejos.

El artículo de Rico.

Lo tienen todo

…excepto a sus padres.

En El País.

Resistencia al cambio (?)

Estos días he tenido dos experiencias bastante satisfactorias sobre la resistencia al cambio y la adopción de nuevas tecnologías. En realidad, las estoy teniendo, porque esto suele ser un proceso.

La primera experiencia es laboral. La página web del instituto en el que trabajo está anticuada y es complicada de manejar y actualizar, por lo que hemos decidido crear una nueva con Joomla. En general, un profesor no tiene formación en este campo ni, en mi opinión, tiene por qué tenerla. Que yo tenga una página web propia no es porque crea que cada profesor deba hacerlo, sino porque en los institutos en los que he estado no había otra posibilidad. Pero mis compañeros, pese a no tener mucha idea, sí tienen ganas de tener una web que, por lo menos, funcione y dé posibilidades de uso. Y hay un grupo de gente interesado en colaborar con el TIC y conmigo, que somos los que algo de idea tenemos.

Y la segunda experiencia es en el Centro Juvenil. Gracias a una fuerte subvención que recibimos este año, hemos podido modernizar los equipos informáticos y hemos aprovechado para instalar Linux en ellos. La mayoría de los ordenadores funcionan con Ubuntu 10.10 e incluso en uno de ellos, un ordenador viejo con recursos limitados, el animador que se ha encargado de todo ha instalado Lubuntu, una versión «exótica». Nuestros destinatarios son chavales, en general, de nivel educativo medio-bajo y bajo y, sin embargo, ninguno de ellos ha tenido ningún problema para manejar Linux, ese monstruo desconocido.

Muchas veces, la resistencia al cambio se debe más al miedo a los desconocido que a otra cosa. El refranero castellano lo expresa bien con «Más vale malo conocido…». Pero en la práctica, cambiar y modernizarse es más fácil de lo que podemos pensar.

Luna

¡Luna ha llegado a la Tierra!
Las placas tectónicas se alegran del peso;
y Madrid encuentra una sonrisa entre la crisis;
y las chispas de sus ojillos entrecerrados
iluminan la habitación y el mundo entero.

¡Luna ha llegado a la Tierra!
Ante una sorpresa tan esperada
la vida ha vuelto a cobrar sentido
para mí, para ti, para todos.

¡Luna ha llegado a la Tierra!
Aunque aún no sabes nada
de lo que te espera,
te juro que has tenido
suerte, sobrinastra.

Luna ha llegado a la Tierra.
Aunque a un día triste
siguió un día de nieve
tu llegada, Luna
tan esperada,
ha traído belleza
y un nuevo sonido
a este mundo,
a nuestro mundo.

 

Otro homenaje-plagio

Este va con una dedicatoria y —para qué negarlo— un poco de mala leche. Primero el original.

EPIGRAMA
SABER SIN ESTUDIAR

Admiróse un portugués
de ver que en su tierna infancia
todos los niños en Francia
supiesen hablar francés.
«Arte diabólica es»,
dijo, torciendo el mostacho,
«que para hablar en gabacho
un fidalgo en Portugal
llega a viejo, y lo habla mal;
y aquí lo parla un muchacho».

Y ahora mi versión. Fui incapaz de hacerlo en octosílabos, así que hice lo que pude. El primer verso me cruje, pero no he sido capaz de mejorarlo.

EPIGRAMA
TO KNOW WITHOUT TO STUDY

Una docente quizá con Una española llena de clichés
se admiró de ese misterio que encierra
que los niños más simples de Inglaterra
sean capaces de hablar tan bien inglés.
Y pensaba «Cosa del diablo es»
mientras en su blog seguía escribiendo
«que para aprenderlo yo esté sufriendo
y me esté haciendo vieja sin pillarlo
y cualquier niño en Londres, sin pensarlo,
lo más raro en inglés está diciendo».

Quizás

Quizás esta vez lograré lo que busco.
Puede que esta vez encuentre gardenias blancas
y no los elefantes blancos que suelo encontrar.
A lo mejor el sol me dará luz verde
atravesando las nubes de amargura tóxica que cubren el cielo.
Tal vez esta vez será la última vez
y «última» significará «definitiva»
en lugar de ser la estación término
donde van a morir todos los trenes.
Quzás esta vez me darás tu dirección
para cambiar el sentido de mi viaje
y poder sentir el aire fresco que entra por la ventanilla
mientras escucho Nothing else matters.

Quizás.

Dos días

Esta guardia me ha llevado dos dís meterla en la ducha. Y al final no ha sido tan difícil. Esa es la paradoja del amigo alemán: que lo que una vez te cuesta mucho, otras es suave como la seda. Y viceversa, que es lo malo.

Y así seguimos, adelante y a la vez hacia abajo.

¿Alguien se atreve a decir el tema?

En el silencio he podido entrever
cómo mi corazón sale a tu encuentro.
En el silencio he vuelto a descubrir
que creyendo mirar he estado ciego.
En el silencio he vuelto a revivir
que mi alma sigue aquí aprisionada y muero.
En el silencio he vuelto a comprobar
cómo vuelve a brotar si la riegas de nuevo.
En el silencio, en el silencio…

En el silencio la luz de tu verdad
ha vuelto a iluminar tu pensamiento.
En el silencio la triste oscuridad
ha dado paso ya a tu misterio.
En el silencio he vuelto a sonreír
pues he podido ver que me habitas por dentro.
En el silencio ha vuelto ya a latir
mi errante corazón porque ha arribado a puerto.

En el silencio…

Celebremos Django

Acaba de salir la versión 3.1 de WordPress y, por una de esas felices casualidades que a veces suceden, este magno evento coincide con la finalización de una de mis tareas sisíficas (¿se dirá así?): he terminado de recuperar todas las entradas que se habían perdido en el apocalipsis aburrido de 2010. Así que, de nuevo, El blog del aburrido está completo y a vuestra disposición.

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