Volví de Sevilla contento, muy contento por el recibimiento, por la acogida y por cómo nos han tratado a Miguel y a mí. Y al subir al Ave en Santa Justa me dieron Paisajes desde el tren y leí una pequeña entrevista Federico Luppi y hubo una frase que me gustó. Y según la estaba escribiendo por aquí, me llegó la inspiración, al oír el inicio de la canción de Los Suaves.
Pero claro, son Los Suaves. Y me salió una poesía triste, melancólica y menos surrealista de lo que parece. Me daba cosa subirla aquí, quizás se podría malinterpretar; así que, aunque escrito el 7 de febrero, lo publico ahora.
Yo soy el hombre que bajó del tren aquel domingo de febrero.
Soy quien pasa las páginas de un libro sabiendo cómo acaba
y quien bebe del licor süave de hierbas «on the rocks».
Soy aquel que todos miran por la comisura de los ojos, sin ver
nada más que un bigote naranja como la etiqueta de esos botellines
que luzco con orgullo en el pecho mientras me quedó desacompasado.
Hay quien dice que soy quien vive masticando cubitos
que se disuelven en la boca como ilusiones en tu corazón
o como una ley justa en en este mundo sin justicia.
Soy el que viaja hasta la saña mala en un coche de prestado
y se ensaña en sus carencias y medita con pesar.
Soy uno que mira una foto y recuerda una mujer
que quizás no existió ni siquiera en mi corazón;
e ignorando lo que sabe, sigue mirando un marco vacío.
Soy el que escribe estos versos sin gracia ni duende
y el que echa de menos algo que solo ha rozado,
solo sin tilde porque estoy sin más compañía
que un teclado, que esta pluma.
¿Quién dices tú que soy?Di solo que soy.
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