Estos días de hibernación del blog estoy siguiendo los Juegos Olímpicos fundamentalmente a través de Twittter. A pesar de sus ínfulas de gurú neotecnológico, Ramón Trecet (@trecet) es un periodista obligatorio.
Sin embargo, últimamente una de las cosas que hace (Trecet se mueve por impulsos y cada mes le da importancia a una cosa diferente) es dar mucho énfasis al dinero que puede conseguir vía patrocinios un deportista, normalmente estadounidense pero no siempre. Es decir, que los Juegos son la oportunidad para los atletas de ganarse la vida.
Esto parece una perogrullada, pero hay que tener en cuenta un «pequeño» detalle: en EE UU los patrocinios son privados, no hay un plan ADO que beque a los deportistas con dinero público por motivos nacionalistas*. A lo mejor es que ya estoy demasiado susceptible, pero me da que esto significa que en nuestra querida España a los deportistas de élite se les paga con dinero público. Si pierden (si la empresa quiebra) el dinero se pierde y si ganan medallas y patrocinios (si la empresa tiene beneficios) ese dinero no vuelve al Estado.
A lo mejor me la estoy cogiendo con papel de fumar, pero esto es socializar pérdidas. ¿Qué derecho tiene un atleta a vivir de su trabajo? No más que yo, y si el mercado dice que sobran deportistas, y solo hay que ver el medallero (vamos 39º en el momento de escribir esta frase, aunque somos la décima delegación más numerosa) para saber que es así, la mano invisible dice que la mayoría debería irse al carajo. Y los (pocos) vencedores… ¿Va Mireia Belmonte a donar el dinero que va a ganar a partir de sus medallas? Me da que no.
Lo triste es que los más profesionalizados, los del fumbol, se han ido a casa con 0 goles a favor en tres partidos. Pero no nos han costado dinero.
* ¿Alguien duda de que los Juegos Olímpicos son el triunfo del nacionalismo y del imperialismo? No hay más que ver el medallero: EE UU y China en cabeza.
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