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Cómo atiende la Sanidad madrileña

El sábado me hice un esguince de hombro jugando al baloncesto. Cuando llegué a las Urgencias de La Paz me sorprendió la poca gente que había. Me atendieron bastante rápido, en menos de media hora ya tenía hechas las radiografías, que (por cierto) no me llegaron a dar, ahora todo va informatizado.

La médico que me atendió estaba cañón y me diagnosticó con una compañera en seguidita. Me prescribió ibuprofeno, hielo y un cabestrillo.

Y ya no es que no me dieran ni el cabestrillo ni una receta (desconozco si en Urgencias dan recetas). Es que ni siquiera me dieron una pastillita para el dolor. Y me dolía, caramba. Pero hay que ahorrar.

Y cuando pido hoy cita por el sistema informático para que mi médico de cabecera me mande al traumatólogo de área en 10-15 días, me la dan para el jueves. Y hoy es lunes.

Está claro que estamos gobernados por grandes gestores. De hecho, gestionan tan bien que pueden dedicarse a insultarnos.

Banda visual: Hospitales de España, ¡ay! – Martes y Trece

Habrá poesía

Siempre habrá poesía. O, por lo menos, mientras un verso de Góngora («en tierra, en polvo, en humo, en sombra, en nada») siga siendo capaz de emocionar a chavales de 13 años que tienen un bagaje cultural como el que tienen.

Estos son los momentos que hacen que valga la pena ser profesor a pesar de todo.

 

Derechos

Tienes derecho a sentirte cursi.

El Chojin

España, mañana, ¿será republicana?

Yo confieso: voté al PSOE y fui juancarlista. De lo primero no me arrepiento, en aquel momento parecía una buena idea y, cuando dejó de parecerlo, dejé de votarlo.

De lo otro sí me arrepiento. Y me arrepiento porque me engañaron. El rey y los medios monárquicos (básicamente El País) me habían convencido de que Juan Carlos había sido fundamental en la transición, lo cual es cierto pero no exactamente de la manera en que lo vendían; y por otro lado, de que Juan Carlos era una persona de trato cercano, agradable y, en resumen, «campechano». La mala de la película era la reina, que era una jodida estirada.

Y, sin embargo, no era así. El oso Mitrofán y el elefante de Botsuana son solo dos anécdotas, aunque sean significativas. Pero todo lo que está saliendo sobre su amante (vale ya de llamarla amiga) Corinna y sobre su relación con el caso Noos, aparte de la evidencia de que solo de los PGE no sale el dinero suficiente para amasar la inmensa fortuna de que disfruta el rey.

Hay demasiadas preguntas incómodas que el rey no ha respondido, y mucho menos en el beso negro de Hermida. Y las respuestas son, me temo, descalificatorias. Un Jefe de Estado que se comporta como seguramente se ha comportado el rey es indigno de ese cargo y debe dimitir. Abdicar, en este caso.

Pero una cosa que siempre he tenido clara es que yo no era monárquico, sino juancarlista. En mi caso, esto quiere decir que España podría seguir siendo legítimamente una monarquía únicamente mientras el rey y todos los miembros de su familia tuvieran un comportamiento irreprochable.  Y esto no ha sido así. La abdicación de Juan Carlos I traería consigo automáticamente el entronamiento de Felipe. Pero este carece de la legitimidad que tenía su padre ante los franquistas y también de la que se ganó básicamente con el 23-F.

Felipe VI sería un rey carente de cualquier tipo de legitimidad salvo la dinástica. y esta, a la inmensa mayoría de la población (y por mucho que le duela al Abc) se la trae al pairo. Si llega a ser rey, sería un rey débil, tocado desde antes del inicio de su reinado por el caso Noós.

Parece claro que ha habido un proceso histórico por el que las monarquías europeas han ido siendo sustituidas por repúblicas y normalmente porque algún rey cometía errores garrafales o debido a catástrofes históricas del tipo «guerra» o «revolución». Espero que no lleguemos a estos últimos extremos pero, dado que el rey no hace más que meter la pata (chiste involuntario), me parece que España está entrando en ese proceso.

Porque, si a las cagadas del rey le unimos el proceso por el que millones de personas se están convenciendo de que el pacto del 78 está roto y debe ser sustituido, me parece que a la monarquía en España le quedan pocos telediarios. Unos cuantos, es cierto, y no será un proceso sencillo.

Y quizá no se cumpla, tampoco lo tengo claro porque no sé si estoy confundiendo la realidad y el deseo. El tiempo dirá.

Chatear

Si yo fuera un salido, me daría cosa que Vanessa encontrara mi blog. Menos mal que soy una persona decente (más o menos) y que no tengo demasiadas cosas que esconder.

Es una gran verdad que la hipocresía es cada vez más difícil. Me alegro de ser alguien tirando a sencillo…

Otro impasse

Otra vez, la inspiración se niega a venir. En un blog de reconocido prestigio, eso llevaría a escribir una entrada en la que se piden disculpas por ello. Afortunadamente, el blog del aburrido no tiene ningún prestigio, así que me ahorro tener que pedir perdón.

La cosa es que estoy tan, pero tan indignado con la situación política que como me ponga a escribir, el director de área acabaría expedientándome. Y, a diferencia de mi actual director, no me apetece hablar con él.

Literariamente, estoy bastante atascado. Me sale lo de siempre y no me apetece. Debería escribir el regalo para Félix, pero no estoy in my best mood for that.

La cosa es que me da la sensación de estar esperando algo. y no sé el qué. Quizás Sabina, con todos sus defectos, expresó mejor que yo lo que siento cuando escribió aquello de «busco acaso un encuentro/que me ilumine el día/y no hallo más que puertas/que niegan lo que esconden».

Además, hoy estoy cansado. El viaje a la nieve ha salido realmente bien, pero estoy cansado como una perra. Estoy tan cansando que ni me jode haber perdido con Unipaja, quizás porque le he metido más hostias a PQ de las que me ha metido él a mí. Pero no es solo por el viaje, estoy cansado y busco algo que no sé exactamente lo que es.

Lástima ser tan educado

Llaman a la puerta de casa. Miro. Un comercial. Me suelen dar penilla, así que abro. «Hola, vengo del centro de salud». ¿Vendrá a informar sobre la huelga? ¿Estarán recabando el apoyo de los vecinos? Le digo que no vivo habitualmente aquí así que nada. Cambia de tema y me dice que Sanitas («¿Conoces Sanitas?») ha abierto un centro nuevo en Pacífico. Le digo que no me interesa y se va.

Y la pena de ser tan educado es que vengan hablando del puto «centro de salud» cuando es una aseguradora privada. ¿Qué pasa, que ya asumen que la pública es marginal? Le tenía que haber mandado a la mierda o, mejor dicho, haberle comunicado que sus jefes se pueden ir a tomar por culo.

Una rima triste

Estos días he estado intentando explicar a mis alumnos de 4º de ESO el Romanticismo y, sobre todo, las Rimas de Bécquer. Y leyéndolas con ellos llegué a la que me parece no la más dramática pero sí la más triste, la rima LXIV. Dice así:

Como guarda el avaro su tesoro,
guardaba mi dolor;
le quería probar que hay algo eterno
a la que eterno me juró su amor.

Mas hoy le llamo en vano y oigo al tiempo
que le agotó, decir:
«¡Ah, barro miserable, eternamente
no podrás ni aun sufrir!».

La leímos la semana que Azahara me dejó, y me vi perfectamente reflejado. No porque ella me jurara amor eterno, pero sí porque, aunque ahora me parezca increíble, la acabaré olvidando. Y eso me parece muy triste.

Triste que el amor siempre me acabe siendo triste.

Ser y no ser

Qué dolor ser y no ser nadie.
Saber que la vida es larga
y a veces incomprensible
es un aprendizaje necesario.
Necesario, pero no suficiente
porque duele, duele tanto
que los pulmones se cierran
y el diafragma emite gritos sordos
a un mundo incluso más sordo.
Duele, duele tanto
pero sumergirme en el dolor
no es la solución.
Ni siquiera en los primeros instantes,
cuando el dolor es tan reciente
que las lágrimas son de rabia
y todavía no de nostalgia.
Sumergirme en el dolor
solo conduce a la nada.
Y nada quiero de ella.
Así pues, respiro hondo,
relajo el diafragma e inspiro con fuerza
hasta que los pulmones se hinchan y aplastan
al corazón para que no sufra más.

Pero recuerda en su último estertor,
mezclado con este dolor opresivo,
que todavía duele sentir que no soy nadie.
Nadie para ti.

Coro triste (soneto)

Otra vez más he sido abandonado,
otra vez más vuelvo a sentirme solo,
vuelvo a notar que al despertar tremolo
como un trapo por el viento agitado.

Vuelvo al cuarto donde había empezado
y el radiador funciona pero yo solo
noto manos frías como en el polo.
Ni los vencejos me dan encontrado.

No quiero llorar. ¿Por qué coño lloro?Quiero que pase este invierno dañino,
volver a sentir mi alma abrigada.

Pero sigue cantando el triste coro
que recuerda que sigue habiendo un fino
espacion entre mi dolor y la nada.

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