Qué duro es acostarme a tu lado
mientras tú duermes, mi mano en tu costado.
Sentir tu calor que huele a calidez
y a sudor fresco, a brisa.
Qué duro es acostarme a tu lado
y sentir el colchón desequilibrado.
Soportar tu presencia ausente
y notar que no estás donde yo.
Saber que respiro el aire que exhalas,
que es el aire que me da vida,
y tú no inspiras mi respiración.
Algo agoniza y duele sentirlo
mientras los minutos pasan
en la pantalla del móvil.
Y quizás lo más triste es
que no si desear que se acabe,
que se acabe de una vez,
o simplemente llorar en silencio.
Mientras tú duermes ya no está
mi mano en tu costado.
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