Cuando me paro a contemplar mi estado
y recuerdo lo poco que he vivido
veo cuántos golpes he recibido
y cuántos momentos he disfrutado.
Hijo, estudiante, opositor, parado,
hermano y amigo comprometido
sobre todo cristiano convencido,
varias veces amante abandonado.
Me pregunto si mereció la pena
vivir de esta forma como lo he hecho.
A veces me parece una condena
que nunca sacaré de mi pecho:
aquellos nombres que escribí en la arena
de mi sueño, aunque quedé insatisfecho.
(La versión original la puedes encontrar, por ejemplo, en http://www.poesia-inter.net/lvps077.htm).
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