Y el caso es que no me acuerdo. Lo llevo pensando toda la mañana y no caigo.
Ya desde que me he despertado lo tengo en la punta de la lengua, y no hay cosa que más me joda. ¿Cómo se llamaba el hombre?
Me hablaron de él hace unos meses: un tío misterioso, con nombre extranjero. Todavía no lo conozco en persona, pero es sólo cuestión de tiempo, si no me engaño.
En cuanto me hablaron de él, algo me dijo que iba a tener algo que decir en mi vida pero nada, que no me acuerdo.
Me ha echado una mano mi hijo a vestirme —se pensará que no soy capaz, y estoy mayor pero todavía no chocheo— y he bajado como siempre a desayunar al Tranvía. Lo he estado pensando mientras untaba la tostada y no me ha dejado leer con tranquilidad El País, y no hay cosa que más me joda. Después me ha fastidiado el paseo, iba con un despiste tal que se me ha fastidiado el paso: casi acabo en Plaza Castilla en vez de en Cuatro Caminos.
Ha venido mi hija a comer y la he notado triste, seguro que ha tenido bronca con el marido. Y mira que es buena gente, pero a estos matrimonios de ahora les falta aguante. No la he querido decir nada de mi pequeño problema por que no se preocupe más, que bastante debía de tener con lo suyo.
Por la tarde he cogido el libro, a ver si los Apuntes de Cela me distraían, pero nada. Me he sentido como esos neófitos que corren sin saber por qué. Y es que no hay cosa que más me joda que tener algo en la punta de la lengua y no ser capaz de recordarlo.
Sólo cuando ha venido mi yerna con mi nieta he conseguido alejarme de la cabeza esta obsesión. Hemos salido a dar una vuelta por el parque y ha sido muy relajante, sobre todo cuando ha llegado mi hijo, hacía un par de días que no le veía. Pero cuando he vuelto a casa me ha vuelto a venir a la cabeza lo del hombre este y se me ha amargado la tarde.
Por la noche he visto el partido de baloncesto. No sé ni con quién jugaba España pero es un deporte que me gusta desde siempre. Luego, cuando me he metido en la cama, he estado dando vueltas, intentando recordar el nombre, y no hay cosa que más me joda que no dormirme a la primera. He vuelto a coger el libro y al final sí he cogido el sueñecito. Pero cuando estaba a punto de caer, por fin he recordado su puñetero nombre.
Alzheimer.
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