Luis Cernuda, el pobre, era homosexual cuando no se podía, y escribió algún poema conmovedor. Me encanta el homenaje a Garcilaso de la estrofa final.
Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.
2 comentarios
El libro al que pertenece este poema, Los placeres prohibidos (bastante elocuente, por cierto), es, para mí, uno de los más grandes que ha dado nuestra literatura en el siglo pasado. La vida de Cernuda no fue fácil, y aunque a veces uno le reprocharía su injusto trato a gente que lo apreciaba -Juan Ramón Jiménez y otros cuantos -, lo cierto es que tuvo una visión más amplia y generosa no sólo de la literatura sino también de la amistad, como lo atestiguan Manuel altolaguirre, por ejemplo, en su libro El caballo griego, Octavio Paz y tantos otros.
Autor
Cernuda es uno de esos poetas desconocidos, ensombrecido por otros compañeros de generación con mejor prensa. Pero merece la pena conocerlo mejor.