(segunda entrada de mi serie «paso de explicártelo, si quieres lo lees en mi blog»)
Ha habido muchos intentos de explicar los motivos de la crisis. El que más me convence a mí es el intento de Karl Marx (con perdón): el capitalismo, por su misma forma de organizar el trabajo, tiene crisis cíclicas. En tiempos del boom de las empresas de Internet se decía que iban a evitar esto, pero el mismo estallido de la burbuja 2.0 demostró que era un error.
Pero en realidad, me parece que la crisis tiene una explicación más sencilla todavía: la avaricia. Vivimos en un sistema que no sólo afirma que ganar dinero es bueno, sino que mide tu triunfo en la vida según el dinero que ganes —y nada más que es—. Podríamos discutir durante horas sobre si el dinero da la felicidad (yo creo que es un coadyuvante. Vamos, que no la da pero ayuda, como dice Robert Redford en El golpe). Pero lo que es indiscutible es que en España hemos perdido el norte.
Lo hemos perdido porque hemos dedicado la vida a ganar dinero, en lugar de ganar dinero para vivir. lo hemos visto un millar de veces: esos niños de 16 años que abandonan el sistema educativo y a los tres años se compran un Audi, esas parejas hipotecadas que piden otra hipoteca para comprar otro piso «como inversión», ese conocido del pueblo al que recalifican unas tierras y se compra un Porsche Cayenne…
Todo por el poderoso caballero. Y cuando el sistema alcanza el punto de crisis (exceso de estocaje, sobreoferta y todos esos etcéteras que se dan en Economía de Bachillerato), esos chavales se tienen que meter a vivir en el Audi, esas parejas no pierden el segundo piso sino los dos y el Porsche Cayenne se convierte en el coche de segunda mano más vendido.
Somos cortoplacistas, a los hechos me remito, y conservadores. La burbuja 2.0 no afectó a la gente de la calle porque las empresas de Internet nos parecen cosas extraña e inexplicables. Sin embargo, la construcción es algo que nos pilla mucho más cerca, con eso de que en España hay que comprar la casa, nunca alquilar, así que especular con pisos (porque comprar algo esperando que suba de precio es especular) se convirtió en algo mucho más normal. ¿De qué otra manera se puede explicar que en España se construyeran más pisos en un año que en Alemania, Reino Unido y Francia juntas?
Así que los culpables somos nosotros. Es cierto que los bancos nos engañaron, nos vendieron la moto de que siendo mileurista en un trabajo precario te podías permitir el lujo (y quiero decir lujo) de comprarte un ático céntrico. Nos hemos dejado engañar.
Ahora bien, ¿qué pasa una vez que estalla la crisis? Pues que nos abren el ojete.
La crisis empezó como una crisis inmobiliaria, se convirtió en una crisis bancaria y se extendió a la economía real. Que me hace gracia esto de la economía real, ya desde el nombre se avisaba de que la otra era irreal. Y cundió el pánico en toda la sociedad. Y llegaron esas declaraciones altisonantes sobre paréntesis o sobre refundar el capitalismo, pero en un año los bancos y las agencias de calificación de riesgo pasaron de suplicar una ayudita por amor de Dios a exigir reformas neoliberales. Y todos los países se pusieron a ello, fuera cual fuera la ideología de sus gobiernos.
Y aquí es donde me caigo de espaldas. Porque, la verdad, no veo ahora mismo una alternativa al capitalismo realmente existente, la izquierda no ha sabido proponer algo diferente y coherente, aparte del altermundismo, que todavía no ha sabido definir qué otro mundo es posible. Pero la izquierda gobernante (en realidad, el centro-izquierda, no exageremos) ha decidido hacer caso a las recomendaciones del FMI, del Banco Mundial y de todas esas instituciones neoliberales.
Resumiendo: después de una crisis creada por la misma estructura del sistema capitalista, los gobiernos de centro-izquierda pretenden salir de ella con recetas neoliberales. Esto es de coña. Luego salen noticias como lo de Islandia y nadie se entera. ¿Por qué? No creo en manos negras, ni en conspiraciones, pero no entiendo por qué nadie que no esté todo el día perdiendo el tiempo leyendo blogs se ha enterado de esto.
Y, para ir terminando, un reflexión electoral. Está claro que el PSOE va a perder el gobierno, y la única duda (cada vez menor) es si el PP tendrá mayoría absoluta. O sea, que los izquerdosos desencantados con Zapatero porque ha aplicado una política netamente de derechas, de recortes sociales, etc., van a expresar electoralmente su disgusto votando a un partido netamente de derechas, que defiende recortes sociales, etc. Me parece increíble que, igual que están naciendo movimientos de extrema derecha, no estén creciendo los movimientos de izquierdas. IU, pese a sus problemas, Equo, Izquierda Anticapitalista siguen siendo desconocidos. También, supongo, por fallos suyos.
Conclusión: la política de derechas nos llevó, por un lado, a los ciudadanos a la crisis y, por el otro, a los partidos de derechas al poder. Yo era un tonto…
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