Me ha llegado por WhatsApp una ristra de chistes. Algunos son interesantes desde el punto de vista de la lengua:
—Hijo, ¿tú te drogas?—No, mamá, yo paso.
—Ay, qué buen hijo tengo.
—No, mamá, no lo has entendido.* * *
—Estoy fatal, mi novio me ha engañado con mi mejor amiga.
—Te entiendo perfectamente.
—¿A ti también te ha pasado?
—No, pero hablo español..* * *
—Me ha salido un grano en el culo.
—¿Te lo reviento?
—Vale, pero ten cuidado con el grano.
Lo primero que puede llamar la atención es que todos los chistes son dialogados. Y no es anecdótico, puesto que hace falta un interlocutor para todos los fenómenos que crean el humor.
El primer chiste juega con el fenómeno de la polisemia. El verbo pasar en este contexto, se suele entender como «Mostrar desinterés o desprecio», pero el primer interlocutor quiere decir en realidad «Introducir o extraer fraudulentamente géneros prohibidos», que es todo lo contrario.
En el segundo chiste hay un error pragmático. La segunda intervención, «Te entiendo perfectamente» es, en realidad, un non sequitur, no tiene relación con lo primero que se ha dicho. Por ello, todos los que oímos/leemos el chiste tendemos a interpretar que lo que se entiende es la situación, no el mismo acto de habla.
Y en el tercero estamos en lo que yo llamo chistes pronominales, toda la gama de juegos de palabras con «lo» y sus variantes. En este caso, el antecedente de «lo» es «culo», pero el primer hablante elige creer que es «culo», con lo que volvemos a jugar con la polisemia: reventar puede ser «Deshacer o desbaratar algo aplastándolo con violencia» o «Causar gran daño a alguien» o algo.
Sé el primero en comentar en «Analizando chistes»