Del hecho al dicho 7 – Apaga y vámonos

De hecho al dicho

Yo habría pensado que este dicho tiene su origen en el mundo del espectáculo. Me viene a la mente un actor en el escenario en la escena primera del acto primero de la obra, mirando al patio de butacas desierto, quedándose pensativo un momento y gritando al técnico: «Apaga y vámonos».

Pero la anécdota recogida por G. Doval en Del hecho al dicho es mucho más divertida todavía. Según Sbarbi, en Pitre (Granada) dos curas competían por un empleo de capellán castrense y uno de los criterios de selección iba a ser la velocidad en dar una misa. En el frente, quedarse parado en misa en lugar de recogerse si te atacan debe de ser una ventaja, digo yo.

Pues bien, el primer sacerdote se salió. Casi literalmente. Empezó su misa con Ite, missa est, el «Podéis ir en paz» de los tiempos del latín. Dos segundos de misa. Casi insuperable. Casi.

Pero el segundo interfecto decidió que eso se podía superar. Todo lo que dijo al monaguillo fue, precisamente «Apaga y vámonos». En español, por supuesto, nada de mariconeces latinas.

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