Los adjetivos “casero” que quiere decir: “que se hace o cría en casa o pertenece a ella” y «natural» que significa «carente de artificio, mezcla o elaboración», como recoge el Diccionario.

La palabra “casero” ofrece otras acepciones,  por ejemplo, referido a un árbitro que favorece al equipo en cuyo campo se juega, a la persona que está frecuentemente en casa, al dueño de alguna casa , que lo alquila a otra persona.

En los supermercados vemos en el envase en letras gigantes “caldo casero” «100% natural».

Si miramos el etiqutado del producto, en su composición vemos que lleva un 14% de pollo, cantidad irrisoria si el producto es caldo de pollo, ¿Qué ingredientes completan el 86% restante? Aromas, sal (que no es nada beneficiosa), grasa de cerdo (muy natural) y no vemos un ingrediente tan necesario e imprescindible en la elaboración de un caldo casero y natural en la dieta mediterránea como es el aceite de oliva

Eso es la publicida engañosa, un caldo casero comprado en el supermercado ¿Está hecho en casa de la gallina blanca?

Con palabra “casero”  quieren evocar a nuestros recuerdos, a las abuelas con moño y gafitas, tiernas y algo gorditas, dedicadas en cuerpo y alma a la cocina, a cebarnos con sus platos de cuchara y a decirnos continuamente que comamos más, que estamos muy delgados y con la palabra «natural» a alimentos recogidos de la huerta y directos a la cocina, al pueblo a la naturaleza, a esa necesidad de las personas de estar en contacto directo con la naturaleza, con lo real y dejar a un lado lo artificial, lo manipulado; es la moda alimentarse bien y sano.

Pero «Gallina Blanca» miente y nosotros como consumidores tenemos que saber que miente, aunque luego esté la libertad de comprar o no el producto.

Creo que se debería prohibir la publicidad engañosa y multar a quien engañe con sus productos.