Primero, y de mayor importancia, se debe decidir sobre qué asunto o materia desea componer su conjunto de reglas. Una vez que sabemos exactamente, y no con vaguedad, el tema deseado, se debe encontrar un dispositivo de escritura. Ya sea en una lámina fina y rectangular de pasta hecha de fibra vegetal y laminado en blanco, que se une a otras similares mediante agujeros al lado izquierdo de esta, atravesados por aros de plástico similares a muelles y que tiene por portada versiones duras de las láminas, o en una máquina electrónica, que, con un complejo sistema de difícil comprensión, se utiliza para almacenar información o ver una reproducción de imágenes sobre pequeños felinos, a la que podemos ponerle el nombre de computadora.
Yo he preferido utilizar el segundo, por su disponibilidad en estos momentos, que a ustedes, queridos instruidos, no os corresponde conocer. Para comenzar con nuestra retahíla de órdenes disfrazadas, debemos preparar nuestra computadora. Alzaremos nuestro apéndice de la extremidad unida al torso, sin suponer una diferencia si es el del lado izquierdo o derecho, y presionaremos con uno de los pequeños apéndices de nuestro apéndice elegido una pieza que activa el mecanismo de la computadora, el botón. Cuando hayamos terminado, debemos soltar el botón, y esperar, preferiblemente sin que nuestro sosiego se vea malogrado, ya que podríamos ser afectados por la desesperanza y causar desperfectos al dispositivo. Una vez activado, o encendido, debemos hurgar en nuestra memoria para recordar la clave que, espero, posea, para poder acceder a la computadora. Si no es así, por favor, busque ayuda. Si la conocemos, usaremos la pieza rectangular con diferentes teclas gracias a las que puedes escribir lo que deseas, el teclado.
Cuando hayamos llegado a la imagen en la pantalla en la cual aparecen los iconos principales que representan los diferentes programas, colocaremos nuestro antes mencionado apéndice encima del pequeño aparato de dos botones, que veremos representado en la pantalla por una pequeña flecha que se transforma en un apéndice con otro apéndice levantado cuando lo colocamos encima de uno de los iconos. Con nuestro apéndice, no el de la pantalla, presionaremos el botón de la derecha repetidamente encima del icono que tiene una W. Cuando haya aparecido frente a usted una hoja en blanco, no debe cundir el pánico. Coloque una vez más sus apéndices encima del teclado, y pulse una y otra vez, introduciendo sus pensamientos hasta conseguir el efecto deseado. Tenga cuidado de no despistarse, ya que, entonces, no estaría haciendo ningún progreso. Termine sus instrucciones con un punto, localizado al lado de la coma en el teclado. Una vez lo tenga, asegúrese de guardarlo.
Enhorabuena, ha escrito unas instrucciones.