El pasado 12 de enero, la organización proactiva Open Arms recogió a cuatro hermanas menores de edad que viajaban en patera junto con otras 237 personas.
Las niñas, de 5, 7, 13 y 15 años, junto con una hermana de 16, recorrieron solas los 5.600 km que hay desde su pueblo natal (Costa de Marfil) hasta Trípoli (Libia), donde pudieron embarcar en una patera rumbo a Europa. Emprendieron el viaje con un motivo: huir de la ablación. El padre, respaldado por su familia, quería practicar a sus cuatro hijas la mutilación genital, bastante común en el continente africano. Ante la oposición de la madre recibieron múltiples amenazas, entre ellas la de obligarlas a abandonar la escuela. Esto provocó que la hermana mayor, la cual sí sufrió la ablación, decidiese escapar junto a sus hermanas con la ayuda de algunos miembros de su familia materna.
Unas 8.000 niñas al día son víctimas de la mutilación genital, practicada sobre todo en países del África subsahariana. Los organismos internacionales indican que más allá de privar a la mujer del placer sexual, puede desencadenar en problemas de salud. La Cruz Roja denuncia que en algunas regiones la práctica afecta en torno al 92% de las mujeres. La falta de información y de concienciación en ciertas zonas del mundo, añadido a la opresión hacia las mujeres ejercida por el patriarcado, tienen como consecuencia la violación de los derechos humanos en mujeres y niñas, atentando contra el derecho a la salud, la seguridad y la integridad, el derecho a no ser sometido a torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes, y el derecho a la vida en los casos en los que la práctica acaba produciendo la muerte.
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