Si después de una mañana llena de exámenes acabas cansado, imagínate añadirle a eso tres horas de cola, y dos y media de concierto. Acabé cansada, pero no hay mejor forma de acabar el día.
El 19 de mayo de 2017, fue un día largo ya que, como he dicho, me desperté temprano para ir a clase y hacer las reválidas, unos exámenes, en este caso de prueba, que determinan si eres válido o no para pasar de curso. Al acabar las cuatro pruebas, unos amigos y yo nos fuimos a comer y, sobre las cuatro, llegamos a la cola del Palacio de los Deportes, lugar donde iba a ser el concierto de Melendi.
Nada más llegar, nos colocamos en una de las cuatro filas que se forman para entrar. Fueron horas de nervios, risas y mucho calor. Más tarde vinieron unas amigas para hacernos compañía que agradecimos cantidad ya que necesitábamos huir del sol unos minutos. Al volver, nos estaban cuidando el sitio y, sin darnos cuenta, empezamos a hablar con los chicos de delante y acabamos jugando a las cartas mientras llegaba la hora. Sólo quedaba una más. El ambiente se notaba cada vez más nervioso, hasta que por fin abrieron y fuimos entrando por grupos.
Una vez dentro, solo tocaba esperar hasta las nueve y media. Cuando empezó a cantar Hijos del mal, todo el estadio empezó a cantar al unísono con él. Cantó tanto canciones de su nuevo disco como de sus canciones más conocidas, como Caminando por la vida. E incluso entre medias, cantó canciones no escritas por él, si no de otros autores.
En mitad de la última canción, presentó a toda su banda a la cual todo el estadio agradeció aplaudiéndola. Esta fue la señal de que el concierto había acabado.