Si vives en el planeta Tierra, probablemente te has visto en la engorrosa situación de que caiga esta sustancia cuya molécula está formada por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno del cielo, que podemos llamar lluvia. Por desgracia, no está en nuestras manos hacer que pare, pero podemos proteger nuestra capa de tejido protectora del cuerpo para que no se empape.
Primero debemos asegurarnos de encontrarnos bajo el cielo, y, preferiblemente, bajo la lluvia. Cuando estemos seguros de que esto es así, usaremos nuestro medio de transporte más cómodo, en este caso nuestra extremidad inferior, que levantaremos y bajaremos hasta llegar a un lugar que esté compuesto de una superficie que cubra el cielo.
Una vez allí, entreténgase de la manera que le plazca, que ya está a salvo de la humedad.