“A medida que el vagón atravesaba los jardines y se acercaba al manicomio, mi satisfacción por haber logrado mi objetivo se iba atenuando al ver las caras de angustia de mis compañeras de viaje. Pobres mujeres, sin esperanza de una salida rápida. Conducidas a una prisión sin haber cometido falta alguna y probablemente de por vida. En comparación, ¡qué fácil sería caminar hacia la horca en vez de hacia esta tumba de horrores vivientes!”.
Nellie Bly, periodista de NY, y protagonista de una historia que te impactará.
En el año 1887, a sus 23 años inicia un nuevo género dentro del periodismo: periodismo infiltrado, Joseph Pulitzer, su jefe, le propone un nuevo tema como infiltrada.La valiente periodista ensayaba día tras día frente al espejo comportamientos de demencia , Nellie fue declarada demente por cuatro expertos médicos. Ella pensaba lo que se encontraría en el manicomio: buen trato de enfermeras/os, comodidad, y calidad «ya que los ciudadanos de NY pagamos nuestros impuestos, para que nos cuiden bien», pues en el momento en el que pisó aquel lugar se convenció de que la realidad no es más que un telón de fondo, en el manicomio de Blackwell (sólo acogía mujeres) se encontró ni más ni menos que con pan duro, agua helada, la obligación de estar todo el día sentadas y sin más distracciones que esperar la próxima mala pasada. Los golpes, el mal humor, malos tratos y la obligación de enfermeras a enfermas de hacer todo el trabajo de mantenimiento no eran más que las leyes de unas enfermeras amargadas. La periodista no dudó en denunciar, evidentemente, tras pasar aquellos 10 días de infierno.Su artículo realizado provocó un gran impacto, el Gran Jurado abrió una investigación y la alcaldía de Nueva York destinó un millón de dólares más al año al cuidado de los enfermos mentales.
En aquella época en la que las mujeres solo escribían de moda, arte y espectáculo, Nellie consiguió crear su propio espectáculo.