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Insidias

Iba a hacer la coña de cambiar las eses del título por la sh de Rajoy, pero el asunto es demasiado serio.

Es evidente que en España la neolengua orwelliana está extendidísima. Si un partido político pretendiera cambiar el mercado laboral para dar más derechos a los trabajadores, no podría hablar de «reforma laboral», porque han conseguido que a los recortes los llamemos reformas, que suena mejor.

Y ahora, con el asunto de los 28 irlandeses que ha contratado la Comunidad de Madrid para dar clases en la escuela pública, está pasando algo parecido.

La perversión del lenguaje sigue su curso, gracias a Alicia Delibes, Lucía Fígar y Esperanza Aguirre (joder con los que decían que si el poder lo tuvieran las mujeres el mundo sería mejor, vaya contraejemplo). Hay dos cosas por lo menos que deberíamos tener en cuenta:

  • Estas personas NO poseen formación específica para impartir las asignaturas que van a dar. A mí se me podría ocurrir ir a Brasil a dar clase de Español, pero no se me ocurriría ir a Brasil a dar clase de Matemáticas en español.  Y eso es lo que va a pasar en Madrid con estos pobres ingenuos que, seguro, no tienen ni idea de dónde se han metido.
  • Las respuestas de Lucía Figar son despectivas e impropias de un cargo público: «A una le da la risa» (fuente) que se pueda denunciar esta medida. Pero además de maleducada, la señora Figar desliza otra perversión del lenguaje: «Todos estos profesores tienen su título válido. Para que sea válido el Ministerio les ha puesto ya un sello. Lo tienen ya estos 28». Pero no basta con que el ministerio dirigido por el ministro peor valorado de la Historia (Wert, para los despistados) te ponga un sello en tu título para dar clase en la escuela pública. Hay que pasar un concurso-oposición muy duro. Sin duda es algo mejorable, pero HAY que hacerlo para ser profesor en la pública.

Y así se va deslizando en la opinión pública la idea de que los funcionarios docentes hemos sido contratados a dedo, como lo han sido estos irlandeses. No es así. O quizás lo que pretenden es que la gente piense que no debería haber un examen para entrar en la función pública.

Porque Esperanza Aguirre también trabaja para pervertir el lenguaje. Se ha llegado a preguntar retóricamente si los sindicatos docentes están en contra de la igualdad de oportunidades o si son xenófobos por rechazar a los 28 de marras. Y lo cojonudo es que son los 28 los que no han pasado por igual procedimiento que el resto. Que, oigan, hasta nuevo aviso en España los ciudadanos de países miembros de la UE pueden presentarse a las oposiciones en igualdad de oportunidades con los españoles.

Pero así, retorciendo otra puntita más el lenguaje, seguirán acercándose a su objetivo de mercantilizar al 100% un derecho básico como es la educación.

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