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Dos ideas

Salí el martes de Madrid hacia Navalcarnero y me volvió a llamar la atención el comportamiento de los conductores madrileños en las autopistas que utilizo en ese trayecto: la M-30 y la A-5.

La cosa es como sigue. La cifra entre paréntesis es la velocidad máxima en ese punto)

M-30, km 23 (90). Me incorporo a la M-30 desde Sinesio Delgado. Circulo levemente por encima de 90 km/h y la mayoría de vehículos me va adelantando no mucho más rápido de lo que voy yo, quizás a 100-110 km/h.

M-30, km 19,700 (70). Llego a la entrada del túnel y entro a 70 km/h, mientras que el resto de conductores reducen hasta 50-60 km/h. Ya se sabe, «en los túneles hay radares»).

Incorporación desde la M-30 a la A-5 (50). Yo voy a la velocidad indicada y los coches que van detrás de mí se apelotonan y los que van delante se me escapan.

A-5, km 3 (70). Estamos en el túnel de la Avenida de Portugal. Casi todos los conductores van por debajo del límite. Ya se sabe, «en los túneles…».

A-5, km 3,500 (70). Salimos del túnel. Mi velocidad sigue siendo los 70 km/h marcados en el regulador automático y una buena parte de los coches que he ido dejando atrás en el túnel recuperan el espacio perdido, van a 85-90 km/h.

A-5, km 4 (70). Frenazos al llegar a la altura del pórtico en el que está instalado un radar en el carril izquierdo.

A-5, km 4,500 (70). Bruscos acelerones al dejar atrás el radar. Ya no habrá más hasta Navalcarnero. Por supuesto, todos me adelantan.

A-5, km 10 (70). Existe una señal de 80, pero lleva bastante tiempo tapada. Ir a 70 llega a ser peligroso por la diferencia de velocidad con el resto de coches, que van en torno a los 90-100 km/h, aunque se tienen que apartar para dejar paso a algún Audi o Seat León que va aún más rápido.

A-5, km 10,500 (90). Al pasar la M-40, la velocidad permitida aumenta. El resto de coches sigue a la misma velocidad.

A-5, km 11 (120). Los coches que vienen de la M-40 se incorporan en este punto y la velocidad sube al máximo legal. Curiosamente, nadie parece darse cuenta y al subir el regulador a 120, empiezo a adelantar de nuevo coches. Cierto es que en el punto kilométrico 12,800 hay una curva peligrosa con velocidad máxima recomendada de 100, pero la velocidad media no cambia antes, durante ni después de la curva.

A-5, km 14 (120). Vamos saliendo de la conurbación Alcorcón-Móstoles. La autopista ya no está rodeada de polígonos industriales y edificios. Yo sigo a 120 y me vuelven a pasar coches, aunque hay que reconocer que no tantos como antes. Y esta es la situación hasta la salida 29B hacia Navalcarnero.

Se me ocurren dos posibilidades para explicar este comportamiento, a cual peor. La primera es que los conductores ni siquiera miran las señales, por lo que conducen a ojo. Y la segunda, que me temo es más adecuada, es que los conductores sí conocen las señales pero también tienen una idea de dónde están los radares y solo respetan los límites bajo la amenaza de sanción.

¿Qué preferimos? ¿Conductores despistados o conductores mal educados? Porque los límites en la A-5 tienen cierto sentido (los 70 del túnel por seguridad, los 70 en Campamento para producir menos contaminación sonora) y aun así nos los pasamos por el forro.

Y me temo que esa es la cosa: España es un país mal educado, que sigue pensando que los radares son solo para recaudar. Vale, es cierto que algunos tienen carácter recaudatorio, pero nadie piensa en que desde que los radares se empezaron a multiplicar las muertes en carretera han descendido. Y es que en España funcionamos por el miedo a la porra, no porque comprendamos las normas. Así nos ha ido, y así nos va.

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