Bajo este ampuloso, grandilocuente y pedante título se esconde una reflexión que me ha surgido mientras me servía una cerveza viendo el Real Madrid-Power Electronics Valencia. A falta de un minuto para el final, cuando la afición ha visto que el partido estaba ganado, la Caja Mágica ha empezado a retumbar con el «Así, así, así gana el Madrid». Palabras, solo palabras al final.
Y he recordado un artículo de El País del otro día en el que se hablaba de cómo surgió este grito, «el cántico por excelencia del antimadridismo». Y se me ocurría pensar que, cuando un grito puede significar una cosa («Así[=de bien] gana el Madrid», «Así[=»con ayudas arbitrales] gana el Madrid») tenemos un problema los que vivimos de la lengua y, sobre todo, los que la usamos. Que somos todos.
P.D.- Solo por ver la cara de decepción de Francisco Camps habría merecido la pena ver el partido.
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