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Los cinco sentidos: olfato

Hoy me he decidido a tomar un café con hielo y ghotas* después de comer. Fuera de Galicia, al café con ghotas se le llama carajillo.

Y al meter la nariz en el vaso, me ha subido el olor del café mezclado con el orujo y ese olor ha disparado un recuerdo en mi cabeza. Es curioso, no era el recuerdo de un momento, ni de una persona, sino de un lugar. El café con orujo me huele a Dodro, a mi pueblo.

No recuerdo dónde leí, quizás en un cuento de Asimov, que es curioso comprobar cómo el sentido al que menos caso hacemos habitualmente sea capaz de disparar un recuerdo con tal fuerza. Porque la asociación café –> Dodro fue automática, sólo después de pensar en mi pueblo me di cuenta de por qué estaba pensando en él.

A mí me parece que el olfato es un sentido que, como solo funciona en las distancias cortas, se puede asociar a momentos de cercanía. Y la cercanía física suele asociarse a la cercanía emocional, por lo que los olores se asocian a elementos emocionales intensos. ¿No es lógico, acaso, que la circunstancia en la que más funciona el olfato sea el sexo?

Las maravillas de la mente humana son tan maravillosas que a mí me maravillan. Y espero que nunca los neurólogos sean capaces de entender todos estos mecanismos de la memoria, porque me da la sensación de que se perdería la magia.

* Es gallego con geada, significa «gotas» (no era difícil, ¿verdad?) pero se pronuncia «jotas», [xótas] en transcripción fonética. En mi pueblo, además, más que gotas se echa un chorretón de orujo.

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