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Bautismo laico

Esnobismo elitista. Es lo que me parece el bautismo laico que el concejal socialista Pedro Zerolo ha celebrado. Como somos así de progres, la afortunada primera mamá es una actriz, nada de una desconocida.

Pero aparte de esto, no me parece ni «un ridículo planetario», como ha afirmado Rajoy, ni un acierto. Intento explicarlo, para los cuatro gatos que me leen (o eso dicen).
Me parece bueno que una sociedad tenga ritos de iniciación y de paso. Durante siglos, la Iglesia Católica cubrio en España esas necesidades con el bautismo, la comunion y el matrimonio. Pero estos tres sacramentos no son iguales, histórica y socialmente hablando. El matrimonio es una institución social presente en todas las sociedades que se me ocurren (que no es que sean muchas tampoco). En todas partes se ha regulado la vida en pareja y sus ventajas sociales, fiscales, personales, etc. En la Europa cristiana, la Iglesia incorporó esta institución con mucho retraso. Hablo de memoria, porque no recuerdo exactamente dónde lo leí, pero la lista de los 7 sacramentos católicos no quedó establecida hasta el Concilio de Trento (siglo XVI). Aunque es cierto que normalmente ya se consideraba un sacramento, el matrimonio no es un rito propio del cristianismo, sino que se incorporó una tradición muy anterior. Por eso, creo que la Iglesia no tiene razón cuando ataca la regulación de los nuevos tipos de parejas como «matrimonio». El matrimonio no es exclusivamente cristiano, ni religioso.

Sin embargo, el bautismo y la comunión sí son ritos exclusivamente religiosos. El bautismo es una costumbre que viene de tiempos veterotestamentarios y la Iglesia realizó desde el principio recordando el bautismo de Jesús, mientras que la comunión fue inventada en la Última Cena (sí, aquella vez que Jesús y sus colegas quedaron de farra y les sacaron unas fotos comprometidas que salieron en El código Da Vinci).

Desde hace unos años, se está poniendo de moda lo de las comuniones laicas: se viste al afortunado (?) infante de marinerito/contraalmirante/princesa, se le da un banquete con la familia y se le colma de regalos. No es que me parezca mal esta costumbre, siempre que no sea sólo porque el niño/a tiene envidia de sus amigos que sí hacen la comunión. Pero sí me parece ridículo tener que llamarlo comunión, cuando de todo lo que van con la ceremonia social de la comunión, se hace todo menos comulgar. Y lo mismo pienso de los bautismos laicos que empezaron en Rivas y ahora han llegado a Madrid: me parece muy interesante tener un rito laico de acogida de los nuevos españolitos que vienen al mundo, pero eso no es un bautismo. Ni se mete al niño en agua, ni se le echa por la cabeza, ni se le pone nombre, así que no es un bautizo. Busquen un nombre bonito y lo aplaudiré, pero por ahora, caca.

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