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20 años y un día

Hace veinte años y un día, como en las series de abogados, Salman Rushdie fue condenado a muerte por el ayatolá Jomeini por su obra Versículos satánicos.

Condenar a muerte a alguien porque ha escrito algo que no te gusta es tan horrible que no tiene perdón de Alá.
Cualquier persona, sea musulmana o no, tiene derecho a escribir lo que quiera. Y esto es una verdad evidente en dos planos complementarios:
– Políticamente, a libertad de expresión es un derecho humano global.
– Religiosamente, en el Corán se encuentran citas que defienden la tolerancia con el error.

Por desgracia, estas barbaridades dan munición a aquellos que son antirreligiosos, que piensan que la religión (así, en conjunto, vaya cajón de sastre) es una de las mayores desgracias en la historia de la humanidad. Como las Cruzadas, por poner un ejemplo cristiano.

Y siempre hay que distinguir entre una creencia o una idea y el fundamentalismo basado en esa idea. Cualquier idea llevada al extremo ES peligrosa: el marxismo creó el gulag, el liberalismo la crisis en la que estamos, etc. Y pasa lo mismo con la religión. Cuanta más razón crees tener, más caridad (que significa «amor») debes demostrar hacia los que se «equivocan», no al revés.

Si crees de verdad en el infierno de tu religión, no te preocupes por los blasfemos. Ya les llegará el castigo divino. Y si no crees en un Dios vengativo, recuerda que él está por encima de estas cosas. Nos ama, no nos juzga. A todos, no a los que van a misa o rezan cinco veces al día en dirección a La Meca.

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