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Penes y fundamentalismo

 ¿Hemos vuelto a toparnos con la Iglesia? No lo creo. Sí, lo digo sinceramente, no creo que aquí el problema sea la fe católica, sus creencias o sus cultos. La escultura no atenta contra los dogmas católicos (como mucho contra aquello de no adorar ídolos, pero a la luz está que los católicos lo han superado). Son dos cuerpos desnudos, nada más. El problema es, de nuevo, el intento por parte de algunos de imponer su moral al conjunto de la sociedad. El problema son los integristas de una moral preconciliar y antediluviana que, impulsados por sus palmeros y por la costumbre, creen tener el derecho y el deber de decir a los demás como tienen que pensar y actuar. El problema son todos aquellos que convierten esa cruzada por la moral en un derecho sagrado que puede conculcar cualquier derecho constitucional, desde la libertad de expresión a la libertad de prensa, pasando por la libertad de cátedra o cualquier otro derecho, libertad artística incluida, por situarse ellos en un plano superior. No se sienten por encima del bien y del mal porque ellos son el bien y los demás el mal. No es un problema del catolicismo, de verdad, la religión católica solo es el vehículo en el que transportan su moral y el estandarte con el que quieren imponerla. Una moral dogmática, convertida en espada y armadura. Si en lugar de católicos fuesen protestantes, budistas o musulmanes cambiarían los dogmas pero no el intento de imponer su verdad al resto, porque aquello que no es su verdad es un ataque contra su verdad, un insulto, una afrenta, una humillación. Conmigo o contra mí. El problema son los integristas de la fe, de cualquier fe. Los que están cegados por su verdad y quieren cegar a los demás. Integristas de algo y contra todos.

Visto en Los 4 palos, vía Halón Disparado

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